Por Jeferson Miola*

Los fascistas cumplieron su promesa. El asalto al Capitolio de Brasilia, que fue previsto durante tanto tiempo, finalmente sucedió. Y con refinamientos de gravedad en relación a la inspiración original, la invasión del Congreso de los Estados Unidos, el 6 de enero de 2021.

El 8 de enero de 2023, además de la sede del Congreso Nacional, terroristas de extrema derecha también invadieron y vandalizaron la sede de los poderes Judicial y Legislativo. El Palacio de la Alvorada no fue atacado porque el presidente Lula aún no reside allí. Sin embargo, si ya residíera allí, hubiera corrido el riesgo de ser asesinado.

Hay un agravante más en relación con el Capitolio original: mientras en EEUU el comandante del Ejército se opuso al intento de golpe de Estado del presidente Donald Trump, aquí en Brasil, las cumbres partidistas de las Fuerzas Armadas están directamente implicadas en el extremismo fascista.

El campamento en el Cuartel General del Ejército Brasileño, que el ministro de Defensa Múcio Monteiro, aseguró que “se iba a desvanecer” poco a poco, era la avanzada logística de las hordas fascistas que ocupaban Brasilia. Allí los terroristas finalizaron los preparativos para los hechos delictivos y de allí se trasladaron hacia la Praça dos Três Poderes.

Ante tantas y tan elocuentes evidencias, además de la presencia de un sargento de la Marina incitando a los amotinados a asesinar al presidente Lula y a la esposa del general conspirador Villas Bôas celebrada como celebridad en el campamento, es imposible no reconocer la complicidad de los jefes de las Fuerzas Armadas con este estado de cosas .

Los servicios oficiales de inteligencia del gobierno federal y del Distrito Federal sabían de los preparativos de los grupos extremistas que planearon los hechos en Brasilia. La prensa difundió ampliamente el movimiento de grupos terroristas que viajaron a Brasilia para reforzar el campamento en el área del Cuartel General del Ejército y promover ataques a instituciones.

El ministro de Justicia, Flávio Dino, convocó a la Fuerza Nacional para actuar en la Esplanada dos Ministérios entre el sábado 7 de enero y el lunes 9, con el objetivo de garantizar la protección de las áreas de los tres poderes del Estado. La Fuerza Nacional, integrada por la policía civil y militar y los bomberos del DF, saboteó la orden para impedir los atentados, fue indulgente con los hechos y cómplice de los terroristas.

Es impresionante la facilidad con que miles de terroristas se movieron libremente por las avenidas de Brasilia, y con igual facilidad invadieron los edificios del Suprmo Tribunal Federal, el Congreso y el Planalto.

Cuando se desalojaron los edificios públicos, no se identificaron bandidos y mucho menos se los arrestó en el acto, lo que es una grave ofensa a la democracia y al Estado de derecho.

Todo ello refuerza, por tanto, la hipótesis de sabotaje e indulgencia del gobierno bolsonarista del DF con actos de terror. La responsabilidad del gobierno de Ibaneis Rocha en la destrucción fascista es notoria e incuestionable.

El gobierno federal necesita decretar y ejecutar la intervención federal en el DF [artículo 84 de la CF] con la destitución del gobernador y buscar la cooperación de policías estatales de otros estados para garantizar la seguridad de la capital del país y el funcionamiento de las instituciones.

Bajo ninguna circunstancia se debe considerar llamar GLO – Garantía de la Ley y el Orden, un dispositivo implementado por las Fuerzas Armadas; eso sería todo lo que querrían los altos militares.

Identificar y sancionar ejemplarmente a los terroristas a la luz de la Ley y la Constitución es vital para la democracia, como lo es el financiamiento de los terroristas y de los agentes públicos que son sus cómplices. Asimismo, es imperativo y urgente el desmantelamiento inmediato de los nidos terroristas alojados en el Cuartel General del Ejército y frente a los cuarteles en todo el país.

El recrudecimiento de la violencia fascista en Brasilia, que tiene como epicentro logístico y estratégico el Cuartel General del Ejército Brasileño, pone a prueba las elecciones realizadas hasta ahora por el gobierno de Lula en materia militar.

(*) Miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

Publicado por: https://www.nodal.am/2023/01/asalto-al-capitolio-de-brasilia-intento-de-golpe-por-jeferson-miola/


La «desarticulación» de las FF.AA. de Brasil que quedó reflejada en su silencio ante los asaltos a poderes del Estado

Expertos consideran que la institución castrense está dividida entre bolsonaristas y «legalistas», por lo que esa falta de cohesión le impide pronunciarse ante hechos de esta naturaleza.

El silencio de los militares y la quietud en los cuarteles el día en que los bolsonaristas radicales asaltaron las sedes del poder en Brasil no fue demostración de la lealtad de la Fuerzas Armadas a la democracia, sino reflejo de su actual «desarticulación», dijeron analistas consultados por EFE.

Las Fuerzas Armadas no reaccionaron al violento ataque del domingo de los seguidores del ex Presidente Jair Bolsonaro a las sedes de la Presidencia, el Congreso y la Corte Suprema, pese a que los militares son responsables directos por la seguridad del palacio presidencial de Planalto. Tampoco hicieron caso a los llamados para dar un golpe de Estado contra el Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, como esperaban los seguidores de Bolsonaro, que desde las elecciones estaban acampados frente a los cuarteles del Ejército para presionar por una «intervención» militar. «No creo que exista actualmente una amenaza a la democracia brasileña. No me parece que el Ejército quiera algo del género. Si quisiesen un golpe, lo habrían dado hace algún tiempo y no habrían dejado a Lula ganar las elecciones. No hay clima para un golpe en Brasil ni clima internacional», dijo a EFE Rafael Alcadipani, investigador en asuntos de seguridad de la Fundación Getúlio Vargas.

Para este analista, la inacción de los militares, más que una demostración de su apego a la democracia, fue un reflejo de su «desarticulación» y su falta de comando y de rumbo. «Las Fuerzas Armadas están bastante desarticuladas, desorganizadas y desestructuradas. Cuando ocurre un hecho como el del domingo queda totalmente en evidencia su falta de estructura y de organización», afirmó. El bolsonarismo dividió a las FF.AA. Pese a que Alcadipani no considera que exista un cisma en las filas militares, el investigador Kai Kenkel atribuye la desarticulación de las Fuerzas Armadas a la división entre los «legalistas», que defienden la obediencia a la Constitución, y los que se dejaron contaminar por el bolsonarismo. «La institución está dividida y eso es un desastre desde el punto de vista militar. Sin cohesión ni unión no consiguen pronunciarse ni actuar y por eso su silencio», aseguró a EFE Kenkel, coordinador del Núcleo de Estudios de Democracia y Fuerzas Armadas (Nedefa) del Instituto de Relaciones Internacionales (IRI).

Según este investigador, esa división fue promovida por Bolsonaro, que invitó a miles de militares a ocupar cargos de confianza en su Gobierno, les ofreció un espacio y les inculcó una cultura conservadora de derecha. Para el politólogo Josué Medeiros, el nombramiento de miles de militares en cargos civiles estratégicos fue parte del plan de Bolsonaro de comprar su fidelidad y obediencia. «La duda de si los comandantes obedecerían a Lula fue respondida cuando el Ejército se negó a desmontar los campamentos instalados por los bolsonaristas frente a los cuarteles desde las elecciones. Cómo obedecer si esos manifestantes son excolegas, familiares y amigos con los que comparten orientación política», dijo Kenkel. La división de las Fuerzas Armadas quedó patente cuando el comandante de la Marina, Almir Garnier Santos, prefirió anticipar su renuncia y dejar el cargo antes de la investidura de Lula para no tener que darle el saludo militar al líder izquierdista.

Pese a que el Gobierno de Lula festejó la supuesta posición de los militares de defensa de la democracia, miembros del Gabinete admitieron que desconfían de oficiales de alto rango. El ministro de las Relaciones Institucionales, Alexandre Padilha, dijo el lunes que el Gobierno desconfía de la responsabilidad de algunos oficiales en los ataques del domingo «porque hay un conjunto de instituciones que fueron contaminadas por el bolsonarismo». Si los oficiales en la activa permanecieron quietos y en silencio, algunos de la reserva hasta se tomaron fotos cuando participaban en los ataques. Tal fue el caso del coronel de la reserva del Ejército Adriano Carmago Testoni, destituido el martes de su cargo en el Hospital de las Fuerzas Armadas luego de que publicara en las redes sociales videos de su participación en los asaltos.

En esos videos, el coronel insultó con groserías a los comandantes militares, a los que acusó de cobardes y traidores, por no haber aprovechado la oportunidad para promover un golpe. Varios de los más de 1.500 bolsonaristas arrestados por su supuesta participación en los ataques también tildaron de «traidores» a los comandantes militares por «no haber cumplido su parte».

Fuente: Emol.com – https://www.emol.com/noticias/Internacional/2023/01/11/1083597/brasil-asaltos-brasilia-silencio-ejercito.html

Por Editor

Deja una respuesta