Ana Belén Montes, una estadounidense de origen puertorriqueño fue liberada tras permanecer más de 20 años en una cárcel de EEUU.
Montes, quien fue acusada de realizar espionaje a favor del Gobierno cubano, pidió a su llegada a Puerto Rico que quienes deseen enfocarse en ella, dirijan mejor su atención a «temas importantes» como la situación en esta isla y el bloqueo de Washington hacia Cuba.
«Animo a los que desean enfocarse en mí a que, en cambio, se enfoquen en temas importantes, como los serios problemas que enfrenta el pueblo puertorriqueño o el embargo económico de EE.UU. hacia Cuba«, dijo en un comunicado difundido por su abogada Linda Backiel, recoge El Nuevo Día.
Declaración de Ana Belén Montes durante el juicio sumario
«Existe un proverbio Italiano que quizás sea el que describe de la mejor forma en lo que yo creo: Todo el Mundo es un solo país. En ese «país mundial» el principio de amar al prójimo tanto como se ama a uno mismo resulta una guia esencial para las relaciones armoniosas entre todos nuestros «países vecinos».
Este principio implica tolerancia y entendimiento para las diferentes formas de actuar de los otros. El establece que nosotros tratemos a otras naciones en la forma en que deseamos ser tratados, con respeto y consideración. Es un principio que, desgraciadamente, yo considero nunca hemos aplicado a Cuba.
Honorable, yo me involucré en la actividad que me ha traido ante usted porque obedeci mi conciencia más que obedecer la ley. Yo considero que la política de nuestro gobierno hacia Cuba es cruel e injusta, profundamente inamistosa, me consideré moralmente obligada de ayudar a la isla a defenderse de nuestros esfuerzos de imponer en ella nuestros valores y nuestro sistema político.
Nosotros hemos hecho gala de intolerancia y desprecio hacia Cuba durante cuatro décadas. Nosotros nunca hemos respetado el derecho de Cuba a definir su propio destino, sus propios ideales de igualdad y justicia. Yo no entiendo cómo nosotros continuamos tratando de dictar como Cuba debe seleccionar sus líderes, quienes no deben ser sus dirigentes y que leyes son las más adecuadas para dicha nación. ¿Por qué no los dejamos decidir la forma en que desean conducir sus asuntos internos, como Estados Unidos ha estado haciendo durante más de dos siglos?
Mi mayor deseo sería ver que surja una relación amistosa entre Estados Unidos y Cuba. Espero que mi caso, en alguna manera, estimule a nuestro gobierno para que abandone su hostilidad en relación con Cuba y trabaje conjuntamente con La Habana, imbuido de un espíritu de tolerancia, respeto mutuo y entendimiento.
Hoy vemos más claro que nunca que la intolerancia y el odio -por individuos o gobiernos- lo único que disemina es dolor y sufrimiento. Yo espero que Estados Unidos desarrolle una política con Cuba fundamentada en el amor al vecino, una política que reconozca que Cuba, como cualquier otra nación quiere ser tratada con dignidad y no con desprecio.
Una política como esa llevaría nuevamente a nuestro gobierno a estar en armonía con la compasión y la generosidad del pueblo estadounidense. Ella permitiría a los cubanos y estadounidenses el aprender como compartir unos con los otros. Esto permitiría que Cuba abandone sus medidas defensivas y experimente cambios más fácilmente. Y esto permitiría que los dos vecinos trabajen conjuntamente y con otras naciones para promover la amistad y cooperación en nuestro «país mundial» y en nuestra única «patria mundial».»
Planton simbólico en la Embajada de EEUU en El Salvador «damos la BIENVENIDA A LA LIBERTAD a una puertorriqueña – estadounidense, la heroica compañera Ana Belén Montes».