A 307 días de defensa militante de la Embajada de la República Bolivariana de Venezuela en El Salvador, el Colectivo de Defensa de la Embajada envía su más fraterna solidaridad al pueblo de Colombia quienes, después de 56 años de guerra y unos acuerdo de paz que el Estado ha incumplido y el partido oficial prometió “hacer trizas” , aún luchan contra el monstruo del “uribismo” con sus múltiples cabezas: el imperialismo, la oligarquía, el narcotráfico, el paramilitarismo y las transnacionales vinculadas a hidrocarburos.
El uribismo, filosofía del partido oficialista de Ivan Duque, Centro Democrático, lleva el apellido del ex Presidente y criminal bajo arresto domiciliario, Álvaro Uribe, personaje que mejor ha sintetizado los hilos nefastos de la dominación del pueblo colombiano.
Uno de estos hilos es el apoyo a transnacionales dedicadas al fracking y la minería. Aún y así, organizaciones locales, muchas de ellas indígenas, luchan contra estos proyectos asesinos que amenazan la tierra, el agua y la salud de las y los pobladores.
Fue Uribe que estrechó la mano al narcotráfico y promovió el paramilitarismo como actores políticos en la institucionalidad colombiana. Hoy en día, asesinos históricos de las Autodefensas Unidas por Colombia, reconocen que él fue su referente político desde finales del siglo pasado. El paramilitarismo que hoy en día quita vidas de líderes sociales y exguerrilleros nació como instrumento contrainsurgente.
Fiel al imperialismo norteamericano, Duque pasa de prestar pasivamente el territorio colombiano para 7 bases militares gringas a ser participante activo en los intentos de Trump para derrocar al legítimo gobierno de Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana en el vecino país. Cuando esta no funciona, usurpa funciones del Congreso Nacional y unilateralmente recibe un cuerpo elite gringo bajo la leyenda de “combate al narcotráfico”. Todo el mundo sabe que si los EEUU quisiera combatir el narcotráfico, cerraría sus fronteras a la importación de drogas.
En lo que va de este año se registran 47 masacres con más de185 víctimas y más de 200 líderes sociales asesinadas. Desde 2016,  225 excombatientes de la FARC han sido exterminados. En las cárceles están aproximadamente 5,000 presos políticos; muchos de ellos, según los Acuerdos de Paz y la Ley de Amnistía del 2018, deberían estar en libertad.
Aún y así, el pueblo colombiano no claudica en su lucha por la justicia social, los paros del año pasado fueron expresión de esto. Las y los colombianos han librado distintas luchas este año, aún en medio de una profunda crisis por el COVID, debido a la falta de políticas de contención e inversión social que podrían aliviar los estragos provocados por la pandemia. Campesinos, obreros, estudiantes, comunidades indígenas, afrodescendientes, organizaciones LGTBI, presos políticos y trabajadores de la salud han salido valientemente para denunciar injusticias y demandar el fin de la violencia estructural, así como de los asesinatos del pueblo y la impunidad.
Hoy, nos solidarizamos con el pueblo colombiano en su histórica lucha por poner fin a la  concentración de la tierra, la expoliación de recursos naturales, la explotación de los hombres y las mujeres y las injusticias que desprenden de estos.
¡¡¡ALTO A LOS ASESINATOS!!!
¡¡FIN A LA IMPUNIDAD!!
¡¡SALGAN YANQUIS INVASORES DEL TERRITORIO COLOMBIANO!!
San Salvador, 5 de septiembre del 2020
Un envio de Ramón E.S.

Por Editor

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