Manifestamos nuestra solidaridad  con el pueblo de Cuba. Siempre hemos sabido de las dificultades y el daño criminal que ocasiona el bloqueo económico de Estados Unidos al pueblo cubano.  Los medios de prensa dominantes no hablan de estos datos, de las prohiciones que impone EEUU a Cuba y el daño que causan a su población.

Mensaje de solidaridad a Cuba de Alicia Lira, presidenta de AFEP y del Observatorio para el Cierre de la Escuela de las Américas de Chile.

Vea el análisis de Miguel Erasmo Zaldivar Carrillo un cubano en México – Grupo Kavilanndo

Compartimos el siguiente artículo del 2019 que ha sido compartido por el Movimiento Cubano por la Paz y la Soberanía de los Pueblos para el análisis de la retórica sobre la «ayuda humanitaria»

Cuando el imperio yanqui utilizó la ayuda humanitaria para apoderarse de Cuba

                                                                                             Por Jorge Lezcano Pérez

Seguramente muchos creerán que el país en el que Estados Unidos utilizó por primera vez el pretexto de la ayuda humanitaria para invadirlo y apoderarse de sus riquezas fue en Yugoslavia, Irak o Libia; pero realmente eso no es lo que muestra la historia.

La historia, que puede ser tergiversada pero nunca borrada, registra que fue en Cuba donde el gobierno estadounidense empleó por vez primera su arma preferida de la mentira, al disfrazar con la ilusión de ayuda humanitaria, su objetivo de anexarla al territorio de la Unión.

En el año 1826, el secretario de Estado Henry Clay, para impedir que los gobiernos de México y Colombia enviaran una expedición militar a Cuba para liberarla del yugo colonial español, envió un ultimátum a los delegados al Congreso de Panamá que había convocado Bolívar, en el que, entre otras amenazas, afirmaba: “Es demasiado lo que tienen en juego los Estados Unidos en los destinos de Cuba para que puedan mirar con indiferencia una guerra de invasión” … “Los sentimientos humanitarios de los Estados Unidos…los obligarían, aun corriendo el riesgo de perder la amistad de México y Colombia, a emplear todos los medios necesarios a  su  seguridad”[1]

Como el uso de la mentira para imponer la política hegemónica del imperio yanqui no es patrimonio exclusivo de Donald Trump, mucho antes de que el presidente John Quincy Adams prometiera al Congreso de la Nación-el 15 de marzo de 1826- “que Estados Unidos emplearía su influencia en frenar a los nuevos estados para que no invadieran a Cuba y Puerto Rico”[2], el presidente Tomás Jefferson, en 1805, había comunicado al gobierno de Inglaterra de su empeño de apoderarse de Cuba[3].

Posteriormente, en abril de 1823, el entonces secretario de Estado Quincy Adams, expuso la Doctrina de la fruta madura, y en diciembre del propio año, el presidente Tomás Monroe, dio a conocer la Doctrina que lleva su nombre. La una, expresando el criterio de permanecer tranquilos hasta que, por ley de gravitación, Cuba, obligatoriamente, caería en manos de la Unión norteamericana. La otra, Cuba, por medio de la fuerza, sería una estrella más de la bandera estadounidense.

En las tres variantes de  anexión del territorio cubano el imperio no sentía aun la necesidad de usar la falacia de la ayuda humanitaria.

No fue hasta muchos años después, tras haber fracasado varias veces en su intento de comprar a Cuba, de llevar a cabo prolongadas acciones para impedir su independencia, y de no haber reconocido nunca la beligerancia de los patriotas cubanos, que consideraron que la fruta ya estaba madura para lograr su anhelado sueño de someter a nuestro país a su dominación, y, de emplear para tal propósito, la bandera de la ayuda humanitaria

Usando como pretexto la voladura del crucero Maine – del que aún no existe consenso sobre lo que realmente ocurrió – el 18 de abril de 1898, el Congreso norteamericano autorizó la intervención militar en Cuba mediante la Resolución Conjunta (Joint Resolution)[4]; Resolución que merece ser estudiada para entender mejor la política de mentira y chantaje que utiliza la actual Administración norteamericana para imponer hegemonía en todo el planeta.

En su contenido se conjugan dos elementos claves de esa farisea política. En primer lugar la manera de manipular los sentimientos y la opinión del pueblo estadounidense, y el uso de la mentira para engañar al mundo en aras de conseguir sus propósitos imperiales, tal y cómo se demuestra  a lo largo del texto de la Resolución: “el aborrecible estado de cosas que ha existido, durante los tres últimos años, en la isla de Cuba…ha herido el sentido moral del pueblo de los Estados Unidos y afrentado la civilización cristiana”[5]. Y, como segundo aspecto, la utilización descarada de la mentira, como se aprecia en la formulación siguiente: “el pueblo de la isla de Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente…Que los Estados Unidos por la presente declaran que no tienen deseo ni intención de ejercer soberanía, jurisdicción o dominio sobre dicha Isla, excepto para su pacificación, y afirman su determinación, cuando ésta se haya conseguido, de dejar el gobierno y dominio de la Isla a su pueblo”[6]  Es historia conocida que estuvieron gobernando militarmente en Cuba durante cuatro años y casi 60 años ejerciendo el poder económico y político del país en forma neocolonial.

Referido al momento que seleccionaron para llevar a cabo la invasión a nuestro territorio, es bueno consignar que lo hicieron a sabiendas que el Ejército Libertador estaba muy próximo a alcanzar la victoria, como ya lo había reconocido Práxedes M. Sagasta, quien semanas después sería nombrado Presidente del Consejo de Ministros de España, cuando en mayo de 1897 declaró: “Después de haber enviado 200,000 hombres y de haberse derramado tanta sangre, no somos dueños en la Isla de más terreno que el que pisan nuestros soldados”[7].

El 1º de enero de 1899, el general John R. Brooke, tomó posesión de su cargo como Gobernador Militar de Cuba, ocasión en que dio a conocer su proclama, en la que, desde sus primeras líneas, exhibe el arma preferida de su gobierno: la mentira

“Al pueblo cubano” – Habiendo venido como representante del presidente para continuar el propósito humanitario por el cual mi país intervino para poner fin a la condición deplorable de esta Isla, creo conveniente decir que el Gobierno actual se propone dar protección al pueblo para que vuelva a sus ocupaciones de paz, fomentando el cultivo de los campos abandonados”[8]

Sesenta años después, el “propósito humanitario” que los condujo  a apoderarse de Cuba, les permitió adueñarse de los campos, el comercio, la industria y de toda la economía del país. Y los cubanos sólo tuvieron paz y fueron dueños de los campos y de todas las riquezas de la nación con la alborada del primero de enero de 1959.

Y como  poseer a Cuba ha sido la obsesión permanente de todos  los presidentes de Estados Unidos, al punto de convertirla en política de Estado, en 1996, el presidente Clinton, decidió anexarse nuestro territorio mediante una ley, la Helms–Burton, en la que, como siempre, invocaban como propósito “ayudar al pueblo de Cuba a recupera su libertad”, por eso no es de extrañar que en estos días el presidente Trump amenace, con iguales intenciones, aplicar el Título III de dicha ley; infame agresión para hacer sufrir a nuestro pueblo, el que una vez más, sabrá derrotar.

Mientras tanto, los cubanos tendremos siempre presente lo que dijo José Martí para toda la América: “que en los Estados Unidos…Creen en la necesidad, en el derecho bárbaro, como único derecho: “esto será nuestro, porque lo necesitamos”. Creen en la superioridad incontrastable de “la raza  anglosajona contra la raza latina”. Creen en la bajeza de la raza negra, que esclavizaron ayer y vejan hoy, y de la india, que exterminan”[9]. Y, como única respuesta a su llamado, continuaremos cumpliendo su legado histórico: “cuando los pueblos dejan caer de la mano sus riendas, alguien las recoge y los azota y amarra con ellas y se sientan en su frente”[10].

Publicado en marzo de 2019 por la revista Panorama Mundial

[1]  Foner, Philip S. Historia de Cuba y sus relaciones con Estados Unidos, tomo 1, págs. 180 y 181. Editorial Ciencias Políticas, 1973.

[2] Ibídem, p.176

[3] Ibídem, p.134

[4] Pichardo Hortensia, Documentos para la historia de Cuba, tomo 1.P, 509. Editorial de Ciencias Sociales, noviembre de 1973

[5] Ibídem, págs. 509 y 510

[6] Ibídem, P. 510

[7] Cantón Navarro, José. Cuba El desafío del yugo y la estrella. P. 71 Editorial SI- MAR S.A. La Habana, Cuba, 2000.

[8] Pichardo, Hortensia. Documentos para la historia de Cuba. Tomo II, P. 11. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973.

[9] José Martí. Obras Completas. Tomo 6, P. 160. Editorial Ciencias Sociales. La Habana, 1975

[10] José Martí. Obras Completas. Tomo 10. P.184. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975

 

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