La policía que opera en territorio Mapuche no es la misma que usted puede ver en las calles de alguna ciudad de este país (aun cuando sabemos que en las poblaciones los niveles represivos aumentan de manera siniestra). En nuestros Lof y caminos aledaños, e incluso en localidades cercanas a comunidades en resistencia, se ha instalado con fuerte presencia un tipo de policía “especial” -más bien de élite-, pues utiliza armamento de guerra, se resguarda en grandes edificaciones, se moviliza en vehículos blindados de última generación y actúa bajo un manto de impunidad digno de la dictadura militar.
A esto, debemos sumar que su preparación policial y militar no es cualquiera, sino que han sido instruidos y orientados por los EEUU; por la CIA, el FBI, la Academia Internacional para el Cumplimiento de la Ley (ILEA) y muy posiblemente también en la mismísima Escuela de las Américas donde no sólo asisten militares sino también se entrenan policías cada año.
Actualmente, la Escuela de las Américas es denominada “Instituto de Cooperación para la Seguridad Hemisférica” y Chile es el segundo país de Latinoamérica que más efectivos envía a sus aulas. Hay que recordar que fue aquí donde aprendieron todo tipo de formas de represión, tortura y control social; conocimiento que no dudaron de aplicar en Wallmapu, durante la dictadura, contra nuestra gente.
La fuerte presencia policial en nuestro territorio no es casual, han llegado aquí porque nuestro pueblo decididamente ha comenzado un largo proceso -con sabiduría, dignidad y convicción-, de recuperar todo lo que nos ha sido arrebatado, principalmente nuestro territorio ancestral o Wallmapu. Han llegado aquí porque en Chile la policía existe sólo para proteger los intereses de los poderosos, aquellos intereses capitalistas que día a día siguen depredando nuestra Ñuke Mapu.
Le denominamos Policía Militarizada, no porque sean militares propiamente tal, sino porque su forma de actuar, armamento y métodos no responde a una instrucción y practica meramente policiaca; sino que su alto poder de fuego, inteligencia militar, técnicas de tortura y actuar represivo escapa a la lógica de la simple policía uniformada. De hecho, los grupos operativos que actúan resguardando los intereses del latifundio y el empresariado son el GOPE (Grupo de Operaciones Policiales Especiales) y FFEE (Fuerzas Especiales) en el caso de la policía uniformada; y los grupos ERTA en el caso de la Policía de Investigaciones.
El armamento utilizado por esta policía de élite son, por ejemplo, el fusil de asalto M4 calibre 5.56, subametralladoras 9mm., entre otros tipos de armas automáticas, lentes de visión nocturna e infrarrojos. Hace pocos meses atrás fuimos testigos de la entrega de nuevos carros policiales blindados, de última generación, entre ellos carros lanza gases, lanza aguas, micros y hasta helicópteros para que sobrevuelen la zona mapuche. Además, es de conocimiento público que se están utilizando drones para filmar todo lo que ocurre al interior de los Lof en resistencia.
Lo anterior no es sino reflejo de las prioridades del estado de Chile, el cual nunca ha tenido algún atisbo de voluntad política para dar solución a la cuestión Mapuche, al contrario, sigue manteniendo la lógica de la ocupación militar para efectos de continuar la colonización sobre nuestros territorios y nuestras mentes.
Otro ejemplo de ello es la nueva base policial en el territorio de Pailahueque, donde el único liceo de la zona, el cual acogía a la gran mayoría de jóvenes mapuche para darles educación y un título técnico, hoy se ha convertido en un gran cuartel policial -o más bien una base militar- donde se instruye a la policía, se planifican las incursiones al interior de las comunidades, se resguarda el armamento, vehículos y helicópteros policiales. Así también en Pidima, donde se instaló hace años atrás una base policial de grandes proporciones, que tenía por objeto controlar todo el paso desde y hacia el sector de Chekenko en la zona de Malleko, lugar donde la navidad recién pasada, Burgos (Ministro del interior), pasó la nochebuena junto a los policías.
Su lógica de funcionamiento es simple: resguardar los intereses y propiedad de latifundistas y empresas forestales que hoy continúan usurpando nuestro territorio. Impiden el libre tránsito haciendo controles permanentes a todo aquel que circule por allí; hostigan permanentemente a nuestro pu peñi ka pu lamngen, sin considerar que en muchas ocasiones son pichikeche (niños y niñas) y/o ancianos; los interrogan sobre sus familiares, les preguntan dónde están y los amenazan de provocar un daño a su familia si no les entregan la información requerida. Cabe mencionar además, que los epítetos racistas y discriminatorios son parte integrante del lenguaje utilizado por estos “funcionarios del orden”.
Si bien la descripción anterior es en términos bien generales, podemos ejemplificar este “Estado de Excepción” de facto en Wallmapu con lo ocurrido el miércoles 10 de febrero en el camino público entre las localidades de Puerto Choque y Paillaco en la comuna de Tirúa, donde Carabineros de FFEE, de la nueva “Zona Araucanía Control Orden Público”, protagonizaron acciones de tortura contra comuneros mapuche.
Antes de relatar parte de los hechos, es necesario señalar que las comunidades mapuche del sector están en conflicto con Forestal Mininco, contando dicha empresa con resguardo policial al interior de los fundos. Además, hace dos años y medio el Lof Choque-LleuLleu ejerce el control territorial sobre sus territorios.
El día miércoles 10 de febrero, un contingente de alrededor 20 efectivos policiales se ubicaba estratégicamente por el camino público, encontrándose durante toda la mañana a la espera de los comuneros que iban pasando por dicho camino, quienes fueron detenidos sin razón, debiendo soportar tortura física y psicológica por parte de las fuerzas represivas.
En ese contexto resultaron detenidos: Juan Catril Puente (quien estuvo amarrado en el suelo desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde), Jorge Antilao Catril, Herminio Ñeguey Ñeguey, Esteban Millanao Aguayo, Tránsito Millanao Ñancuil, Nelson Curihuinca García, Luis Escobar Acuña, Elieser Reinao Millahual y Rodrigo Reinao Nahuelhual. Otros comuneros pudieron escapar a la emboscada policial.
Según los relatos de nuestros pu peñi, las torturas consistieron en: Amenaza de violación y actos sodomíticos, pues un carabinero bajaba los pantalones a los comuneros y les realizaba actos sexuales, señalándoles que “si no dices dónde está tal persona o dónde tienen armas te vamos a violar”, “te violo o te mato”; además quemaron vehículos de propiedad de los comuneros y amenazaron con quemarlos a ellos también. De hecho, lanzaron lacrimógenas al interior de un camión quemando el brazo de un peñi. Sus ocupantes fueron sacados de la cabina maniatados y tirados a la carrocería mientras otro policía quemaba la cabina, señalando en ese momento “a estos indios culiaos hay que quemarlos”; fueron rociados con bencina provocándoles irritaciones en la piel; todos los detenidos fueron maniatados, dejados boca abajo y fuertemente golpeados en la cabeza para que no pudieran mirar hacia arriba e identificar a sus torturadores. Por si fuera poco, a muchos pu peñi les aplastaron los dedos con el escudo de carabineros, fracturándole a muchos de ellos sus dedos; les golpearon el rostro con la culata del arma o con los propios yugos de sus bueyes, e incluso utilizaron hachas y pica en el sector de las nalgas y ano (un joven resultó con un corte de hacha en uno de sus muslos).
Los actos de tortura ejecutados contra nuestros hermanos lafkenche de la zona de Tirúa son tan aberrantes, que incluso el Instituto Nacional de DDHH intervino presentando una querella en contra de carabineros. Pero lamentablemente este tipo de actos represivos ocurre de manera recurrente en Wallmapu, sin salir la mayoría de ellos en la prensa ni redes sociales, sobre todo en aquellas zonas donde la militarización se ha instalado con fuerza.
Como pueblo mapuche, podemos decir con propiedad que aun vivimos en un territorio que se encuentra ocupado militarmente por las fuerzas represivas del estado chileno.
Somos un pueblo pacífico, pero contra la injusticia luchamos con dignidad. Pues para que haya paz necesariamente debe existir justicia. El estado de Chile nos ha negado históricamente esa justicia tan necesaria para convivir pacíficamente entre pueblos vecinos. El conflicto político existente no es con el pueblo chileno, sino con el estado de Chile, el que se ocupa sólo de oprimir a su gente en pos de proteger los intereses de los poderosos.
No hemos olvidado los asesinatos de nuestros pu peñi ka pu lamngen en la guerra de ocupación (Pacificación de la Araucanía), tampoco a nuestros hermanos asesinados en dictadura militar, y mucho menos a nuestros weichafe caídos en manos de las fuerzas represivas en esta mal llamada democracia. Tampoco hemos olvidado nuestro Kimün (conocimiento, sabiduría), Rakizuam (pensamiento), Mapudungün (idioma), Feyentün (espiritualidad), que día a día nos hace más fuertes para continuar con newen (fuerza) por el camino de nuestra liberación como pueblo. Sabemos que mientras esta convicción permanezca intacta, será muy latente la militarización en nuestro territorio; pero también sabemos que la denuncia, la visibilización y solidaridad internacional pueden frenar los actos represivos y de tortura que tan graves consecuencias genera en nuestra gente, especialmente en los pichikeche (niños y niñas).
Organización Mapuche Meli Wixan Mapu – www.meli.mapuches.org
Este artículo ha sido publicado en la Revista El Derecho de Vivir en Paz – Ver en PDF