(English below)
Por Amy Goodman y Denis Moynihan

Un grupo de veteranos de guerra y de personas afines a su causa acamparon frente al Congreso de Estados Unidos durante casi una semana después de que miembros republicanos del Senado retiraran su apoyo a un proyecto de ley destinado a ampliar de manera considerable las prestaciones de salud a miembros retirados de las Fuerzas Armadas estadounidenses que estuvieron expuestos al humo tóxico de los “pozos de quema” utilizados en las bases militares estadounidenses en Irak y Afganistán. La llamada Ley PACT aborda la utilización de los pozos de quema por parte del Pentágono para eliminar las grandes cantidades de desechos producidos durante las invasiones y ocupaciones estadounidenses de Irak y Afganistán. Las columnas de partículas y humo contaminado provenientes de los pozos de combustión afectaron a unos 3,5 millones de miembros de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en las últimas dos décadas.

Tras bloquear el proyecto de ley, el bloque Republicano del Senado enfrentó duras críticas de los veteranos y sus partidarios, entre ellas la del destacado comediante Jon Stewart. Flanqueado por militares retirados y familiares de veteranos que murieron a causa de la exposición a desechos tóxicos, Stewart declaró: “Creo que nunca vi una situación en la que personas que han dado tanto hayan tenido que luchar tan arduamente para recibir tan poco”.

Poco antes, el comediante había arremetido contra los republicanos:

“¿De qué mierda estamos hablando? [Estos son los] héroes de Estados Unidos, los que lucharon en las guerras que libramos, los que fueron a combatir al exterior, los que se rompieron el culo, los que tuvieron que usar [máscaras] de oxígeno y sufrir todo tipo de padecimientos, mientras estos hijos de pu** están en [sus oficinas] con aire acondicionado, aislados de todo. No tienen que escuchar ni ver nada de eso”.

Jon Stewart lloró de emoción después de que el Senado finalmente aprobara el proyecto de ley.

Los pozos de quema se utilizaban para deshacerse de todo tipo de cosas: residuos, neumáticos, pintura y otros solventes orgánicos volátiles, baterías, artefactos explosivos sin detonar, productos derivados del petróleo, plásticos y desechos médicos, incluidas partes del cuerpo humano. Estos vertederos en constante combustión a menudo se ubicaban junto a los cuarteles y se proporcionaba poco o ningún equipo de protección a los soldados expuestos a ellos.

Kali Rubaii, profesora de antropología de la Universidad de Purdue, expresó en una entrevista con Democracy Now!: “Los pozos de quema son campos de incineración a veces tan grandes como canchas de fútbol, pero también había muchos otros pozos de menores dimensiones a lo largo y ancho de Irak y Afganistán”.

El Departamento de Asuntos de los Veteranos ha identificado una gran cantidad de cánceres relacionados con la exposición a la quema de desechos tóxicos, así como también afecciones cutáneas, asma, bronquitis, problemas respiratorios, pulmonares y cardiovasculares, migrañas y otros trastornos neurológicos.

Todos esos problemas de salud podrían haberse evitado. Las Fuerzas Armadas estadounidenses solían utilizar combustible de avión o diésel para quemar todo tipo de desechos, lo que genera mucha más contaminación que las incineradoras de alta temperatura. Pero usar incineradores habría costado mucho más dinero. La eliminación de residuos estuvo a cargo de la empresa contratista Kellogg, Brown & Root, o KBR, una subsidiaria de Halliburton. Entre 1995 y el año 2000, el director ejecutivo de Halliburton fue Dick Cheney, quien en 2001 se convirtió en vicepresidente de Estados Unidos y en un artífice clave de las invasiones y ocupaciones estadounidenses de Irak y Afganistán. La compañía KBR recibió contratos otorgados sin licitación para encargarse de una gran variedad de temas logísticos relacionados con las guerras, incluida la eliminación de desechos. Para maximizar sus ganancias, KBR optó por el uso de pozos de quema contaminantes y de bajo costo.

“La guerra es una estafa”, escribió en 1935 el General retirado del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos Smedley Butler. Butler, un infante de marina de carrera, admitió en un discurso pronunciado en 1931: “Pasé la mayor parte del tiempo siendo un matón altamente calificado al servicio de las grandes corporaciones, de Wall Street y de los banqueros. O sea, un mafioso, un gánster al servicio del capitalismo”.

Los cerca de 700.000 millones de dólares de fondos que la Ley PACT asigna para los próximos diez años ayudarán a aliviar parte del sufrimiento causado por las maniobras de Halliburton para obtener ganancias gracias a las guerras, pero solo contempla a las víctimas estadounidenses. No proporciona ninguna ayuda a la gente de Irak y Afganistán.

La profesora Kali Rubaii, quien acaba de regresar de Faluya, una ciudad iraquí fuertemente afectada por la guerra, agregó en la entrevista con Democracy Now!: “Los veteranos [estadounidenses] experimentaron una exposición aguda y breve a los pozos de quema, cuando contaban con un excelente estado de salud y mientras se encontraban en la plenitud de su juventud. Los iraquíes sufrieron una exposición difusa de largo plazo en todas las etapas del curso de sus vidas, por lo que los efectos en su salud fueron variados y generalizados. Vivir cerca de las bases estadounidenses en Irak y, por lo tanto, cerca de los pozos de quema, aumentó la probabilidad de contraer cáncer o de dar a luz un bebé con un defecto congénito”.

La profesora Rubaii profundizó: “Las fosas de quema de residuos tóxicos no han sido el mayor daño ambiental y de salud para los iraquíes. Desde la invasión estadounidense, la población iraquí también ha tenido que sufrir la ocupación militar [de su territorio], bombardeos, tiroteos, desplazamientos e incursiones militares de diferentes niveles y diversas fuerzas de ocupación. Todo ello ha llevado al colapso de la infraestructura pública que habría podido servir para hacer frente a los efectos sanitarios de los pozos de quema, a la mala salud general de la población y a las condiciones perjudiciales para la agricultura y la pesca”.

La profesora Kali Rubaii concluyó: “Hay una excelente manera de evitar los daños relacionados con la guerra y esa manera es no ir [a la guerra]”.

Las cicatrices de la invasión y ocupación estadounidenses de Irak y Afganistán son profundas y abarcan décadas. Nunca sabremos cuántos millones de personas murieron o resultaron heridas. Estados Unidos debe asumir su responsabilidad y brindar reparaciones a todas las víctimas de sus guerras, que no deben ser menores a las que recibirán, tardíamente, los veteranos estadounidenses.


© 2022 Amy Goodman

Traducción al español de la columna original en inglés. Edición: Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org

Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro “Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos”, editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.


The U.S. Military Burn Pits’ Other Victims: Iraqi and Afghan Civilians

By Amy Goodman & Denis Moynihan

Military veterans and their supporters camped out in front of the U.S. Capitol for close to a week after Republican senators withdrew their support for a major expansion of health care for veterans exposed to toxic “burn pits” in Iraq and Afghanistan. Formally titled, “The Sergeant First Class Heath Robinson Honoring our Promise to Address Comprehensive Toxics Act of 2022,” the PACT Act targets the Pentagon’s reliance on burn pits for disposing of the vast amounts of waste produced during the invasions and occupations of Iraq and Afghanistan. Plumes of polluted smoke and particulates from the burn pits injured up to an estimated 3.5 million U.S. service members over the past two decades.

After blocking the bill, Senate Republicans faced withering criticism from veterans and their supporters, including renowned comedian Jon Stewart. “I’m not sure I’ve ever seen a situation where people who have already given so much had to fight so hard to get so little,” said Stewart, deadly serious, flanked by vets and families of veterans who died from the exposure.

Earlier, Stewart assailed the Republicans:

“Ain’t this a bitch? America’s heroes, who fought in our wars, outside, sweating their asses off, with oxygen, battling all kinds of ailments, while these motherf*****s sit in the air conditioning, walled off from any of it. They don’t have to hear it. They don’t have to see it.”

Stewart wept after the Senate finally passed the bill.

Burn pits were used to dispose of everything from trash, tires, paint and other volatile organic solvents, batteries, unexploded ordnance, petroleum products, plastics, and medical waste, including body parts. These constantly burning dumps were often sited adjacent to barracks. Little or no protective gear was provided for impacted soldiers.

“Burn pits are massive incineration fields, sometimes as big as football fields, but there were many smaller ones throughout Iraq and Afghanistan, as well,” Purdue University anthropology professor Kali Rubaii said on the Democracy Now! news hour.

The Department of Veterans Affairs (VA) has identified a slew of cancers related to burn pit exposure, along with skin problems, asthma, bronchitis, respiratory, pulmonary and cardiovascular problems, migraines and other neurological conditions.

These illnesses could have been prevented. The military typically used jet or diesel fuel to burn everything, creating far more pollution than high-temperature incinerators. But using incinerators would have cost more money. Waste disposal was handled by the military contractor Kellogg, Brown & Root, or KBR, a subsidiary of Halliburton. Halliburton’s CEO prior to 2001 was Dick Cheney. Cheney then became U.S. Vice President and was a key architect of the invasions and occupations of Afghanistan and Iraq. KBR received no-bid contracts to handle an array of logistics for the wars, including waste disposal. KBR chose cheap and dirty burn pits, maximizing profits.

“War is a racket,” retired U.S. Marine Maj. Gen. Smedley Butler wrote in 1935. Butler was a career Marine, admitting, in a 1931 speech, “I spent most of my time being a high-class muscle man for Big Business, for Wall Street and the bankers,” Butler said. “I was a racketeer, a gangster for capitalism.”

The close to $700 billion appropriated in the PACT ACT for the next ten years will help alleviate some suffering caused by Halliburton’s war profiteering, but only for U.S. victims. It won’t do a thing for the people in Iraq and Afghanistan.

“Veterans saw acute, short-term exposure to burn pits at peak health, at the prime of their lives,” Kali Rubaii, who recently returned from the heavily war-impacted Iraqi city of Fallujah, said. “Iraqis faced long-term, diffuse exposure at all stages of the life course, so the health effects were varied and widespread. Living near U.S. bases in Iraq, and therefore near burn pits, increased the likelihood of giving birth to a child with a birth defect or of getting cancer.

“Burn pits are not the biggest figure of environmental and health harm for Iraqis,” Professor Rabii elaborated. “They have also been facing military occupation, bombings, shootings, displacement and layers of military incursion by different occupation forces since the U.S. invasion. These things have all added up to collapse in public infrastructure that would be used to contend with the health effects of burn pits, poor overall health, and damaged conditions for farming and fishing.”

She concluded, “There is one really great way to avoid war-related injury, which is to not go [to war].”

The scars of the U.S. invasions and occupations of Iraq and Afghanistan are deep, spanning decades. We will never know how many millions were killed or injured. The United States bears responsibility, and owes the survivors reparations, no less than has been pledged, belatedly, to U.S. veterans.

Por Editor

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