democraciaEn las palabras del ex-presidente Jimmy Carter, “America has no functioning democracy” y “Tenemos uno de los peores procesos electorales del mundo y se debe prácticamente a la excesiva entrada de dinero”.

Cómo explica Mickey Edwards, un famoso líder conservador del partido Republicano y ex-miembro del Congreso estadounidense (1977-1993), «casi todos los americanos no saben cómo se decide quienes pueden ser candidatos, ni votan en las elecciones primarias presidenciales de los estados”. Además, como observa Chris Hedges, “Aquellos pocos que reconocen la muerte de nuestra democracia, el sufrimiento innecesario infligido a los pobres y la clase obrera en el nombre de austeridad, y los crímenes de imperio — en breve los que nombran nuestra realidad presente y pasado — son excluidos de la esfera pública”.

La verdad es que nunca hubo una democracia en los EEUU. Siempre fue una república con protecciones constitucionales y extra-constitucionales para los súper-ricos. En las palabras del prominente historiador estadounidense Peter J. Frederick, “Lo que es nuevo es que las brechas [económicas] están ampliando y casi nunca han sido tan mal como ahora”. Hoy en día, la percepción común y corriente de los rituales electorales cada cuatro años es que son «shows» manejados por un sistema monopartidista donde los súper-ricos y sus representantes, los jefes de los dos partidos, deciden el resultado final (otros partidos políticos alternativos son prácticamente excluidos de participación).

Contrario al mito de la democracia, las elecciones presidenciales no son directas y populares, con cada ciudadano teniendo el derecho de votar, con cada voto contado, con cada votante igual a un voto («one man, one vote» en inglés). Por ejemplo, los residentes de Puerto Rico son ciudadanos estadounidenses pero están prohibido de votar en elecciones presidenciales, porque Puerto Rico no es un estado (aunque puertorriqueños pueden votar en las estatales elecciones primarias).
Es más. El resultado de cada elección para el presidente y vice-presidente nacional no es determinado por los votantes sino por el Colegio Electoral (Electoral College en inglés), un oscuro grupo de 538 personas supuestamente representando el ganador de las elecciones de sus estados (con la excepción de Maine y Nebraska) pero sin obligación legal de honrar aquellos resultados.

Normalmente, los miembros del Colegio Electoral son nombrados por convenciones estatales de los dos partidos políticos y son líderes de sus partidos. Si ningún candidato recibe 270 votos en el Colegio Electoral, la Cámara de Representantes, actualmente controlado por el Partido Republicano, escoge el presidente.

En 2000, el Colegio Electoral eligió un candidato quien no había recibido la mayoría ni la pluralidad de los votos populares, George W. Bush.

Así, el sistema electoral estadounidense huele no de democracia sino de autoritarismo y riqueza. Billonarios y millonarios escogen o controlan los líderes de los partidos y financian los candidatos, mientras sistemas de corrupción desde las aldeas y ciudades hasta los niveles estatales y federales resultan en la compra de votos de individuos; la negación del derecho de votar de millones; fraudes electorales; e incontables otros abusos.
Durante las últimas décadas del capitalismo, marcadas por la «globalización» y el «neo-liberalismo,» las restricciones al derecho de votar han expandido tanto que más de la mitad de la población de EEUU de la edad legal de votar ya lo encuentra casi imposible. Es una de las muchas causas de la alta tasa del ausentismo en las elecciones: frecuentemente 50 % o más en las presidenciales; 64 % en la elección no-presidencial de 2014; y muchísimo más en cualquier elección primaria.

Por James Cockcroft
* Vea este texto completo en: www.alainet.org – Su título original es “Elecciones en EEUU y el futuro: cinco realidades

Por Editor

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