Dos hechos muy significativos han pasando en el mundo desde que sacamos la última edición de la revista El Derecho de Vivir en Paz.
El primero, lejano, pero de consecuencias inimaginables, que pueden llevar a una tercera guerra mundial en el peor escenario.
El 27 de febrero se produjo un golpe de Estado en Ucrania dirigido por partidos de la derecha y la ultraderecha.
El golpe fue apoyado por los Estados Unidos y la Unión Europea pese a que días antes los ministros de Exteriores de Alemania, Francia y Polonia fueron testigos de la firma de un acuerdo con el Presidente Viktor Yanukovich y la oposición, el que contempla elecciones presidenciales anticipadas, un gobierno de unidad nacional y una nueva Constitución.
Es inevitable recordar que días antes del golpe de Estado en Chile el Presidente Allende había decidido convocar a un referéndum para que el mismo pueblo decidiera si el gobierno de la Unidad Popular continuaba o no.
En Ucrania se vivió con rigor el mismo libreto de los golpes de Estado con la firma Made in Usa. Lo más repugnante, es que los Estados Unidos están apoyando a neonazis en Ucrania que se han tomado el poder gracias a su apoyo.
Cómo es posible esto, cómo es posible que olvidemos toda la historia de dolor que causó el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Esto es un retroceso en la historia.
Ucrania tiene una posición estratégica para los Estados Unidos en su afán de seguir intimidando y rodeando a Rusia que, para quien no lo sepa, fue declarada por los mismos EEUU, como su enemigo principal.
El segundo hecho, es más cercano. En Venezuela se viven momentos de mucha preocupación. Cuando escribimos estas líneas ya son 39 las personas muertas desde que comenzaron las protestas en febrero pasado. Quienes protestan son grupos minoritarios pertenecientes a la burguesía. Detrás de todo este intento de golpe de Estado indudablemente están los Estados Unidos que quieren seguir siendo dueños de las reservas de petróleo que hay en Venezuela.
Hay mercado negro, atentados terroristas, quema de edificios públicos, envenenamiento de agua, guerra psicológica, corte de calles, los típicos ingredientes para generar un golpe de Estado. A eso se suma la denuncia que han ingresado a Venezuela paramilitares de Colombia lo que puede hacer más complicada la situación.
Por todo lo anterior, es urgente desplegar la solidaridad con Venezuela y rechazar categóricamente que Estados Unidos siga con las pretensiones de ser el amo del mundo.