Mostraremos un aspecto poco conocido del abogado Martín Almada, Premio Nobel Alternativo y descubridor de los “Archivos del Terror” en Paraguay, y que se incluye en este artículo. Debido a su actualidad y significación tiene clara importancia para la vigencia de los Derechos Humanos en todo el mundo y la llamada sociedad global.
Partamos recordando que “Paraguay: Educación y Dependencia”, fue la denominación de la tesis doctoral que Martin Almada defendió en la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, cuando fue becario entre los años 1972 a 1974.
En la tesis denunció la primera vigilancia masiva norteamericana en Paraguay; una estrategia de espionaje socio político que buscaba anticiparse para evitar estallidos sociales y el derrumbe del orden político y económico de los gobiernos de turno quienes, en general, no disponían de políticas de Estado, de programas sociales, que beneficiara a su mismo pueblo. En otras palabras, carecían de “curriculum” y de “patriotismo” pero, en contraste, tenían frondosos prontuarios; obediente a las órdenes de Washington.
Sociólogos, antropólogos, educadores, psicólogos, en las décadas de sesenta y del setenta, llevaron a cabo estudios sobre el pensamiento y la conducta personal (privada) del pueblo paraguayo. Se tratana del “Plan Camelot” diseñado para evitar estallidos sociales y, supuestamente, para garantizar la paz social.
Resultado de la valoración de sus resultados, fue la constitución de un Tribunal militar-policial del Cono Sur, con participación de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay y Uruguay, que se instaló en Asunción, del 26 de noviembre al 26 de diciembre de 1974, en la sede de la policía secreta de la dictadura militar de Alfredo Stroessner.
Todos los militares extranjeros integrantes del Plan Criminal “Cóndor” se alojaron en el lujoso Hotel “Guaraní” edificio que fue construido con fondos del Instituto de Previsión Social, cuyos aportantes fueron los trabajadores paraguayos, y que deberá integrarse a la lista de sitios históricos de la vergüenza y la ignominia.
Allí precisamente, se alojó el Jefe de Policía de Córdoba, integrante de la delegación argentina, Comisario Héctor García Rey. El mismo represor que sometió a Almada a terribles torturas, en el intento de obtener los nombres de los estudiantes argentinos de la Universidad Nacional platense implicados en la subversión latinoamericana.
El interrogatorio buscaba, fundamentalmente, conocer de qué manera Martín Almada accedió al documento titulado “Paraguay: Infancia, Educación y Sociedad”, atribuido a la CIA, y que contenía el cuestionario producido por la oficina de “Operaciones Especiales” del “Plan Camelot”.
Como se sabe este Plan surgió de una investigación encomendada y financiada por el Pentágono a la American University cuyo fin era elaborar un modelo general de sistemas sociales que permitiera evaluar las posibilidades revolucionarias en los países subdesarrollados y recomendar medidas para su inmediata neutralización.
Transcurrido el tiempo histórico, a la luz de los acontecimientos de la última década, es posible advertir las relaciones entre las acciones que realizaron Almada, Assange y Snowden, cada uno a su tiempo, que demuestran, con pruebas, cómo Washington, Estados Unidos, espía al mundo.
Unas breves palabras sobre ellos:
Julian Paul Assange:
Australiano, programador cibernético, creador de sitio Wikileaks y autor del software libre. Estudió física y matemáticas en la Universidad de Melbourne, Australia. Fue hacker y programador antes de asumir su cargo como director; asesor y redactor jefe de WikiLeaks, especialista en filtrar documentos secretos a nivel mundial. “El señor Assange, fundador de WikiLeaks, es un farol de la transparencia al servicio de la humanidad, considerado un héroe civil de nuestro siglo”, señaló Martín Almada.
Edward Snowden:
En julio del 2013, utilizando la alta tecnología, hizo público los documentos de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA en inglés), de EEUU, y que estaban clasificados como de “Alto Secreto”, a través de los medios de comunicación The Guardian y Washington Post. Con pruebas concretas demostró cómo los Estados Unidos espía al mundo entero, incluidos gobiernos “amigos”.
Assange y Snowden, desde la perspectiva global, volvieron a confirmar el descubrimiento realizado, varias décadas antes, por Martin Almada quien denunció en 1974, en el ámbito universitario, cómo los Estados Unidos espiaba en Paraguay para determinar el potencial de una guerra interna.
Almada, Assange y Snowden nunca se conocieron, tampoco conocieron lo peligrosos que eran sus descubrimientos, para ellos mismos; pero actuaron al servicio del bien común.
Tanto Almada, como Assange, y Snowden, nadando contra la corriente imperial, se jugaron por la justicia y por defender el derecho a la privacidad que tienen todas las personas en todo el mundo.
Las últimas revelaciones de “espionaje”, señalaron que teléfonos móviles, el correo electrónico, la televisión, incluida las con alta tecnología las que disponen de cámaras digitales incorporadas, donde pueden, por sistema remoto, activarlas y ver en vivo nuestra vida privada, la comunicación de mensajería, incluido textos, imágenes y videos, fueron espiados y donde se registró toda la comunicación privada a nivel mundial.
Esta historia desconocida, como señalamos en este artículo, comenzó en la prestigiosa Universidad de La Plata, Argentina, en la carrera de Humanidades, específicamente en Ciencias de la Educación, en el año 1974, que dio la primera alerta del espionaje que realiza Estados Unidos contra las personas y contra las naciones.
Es bueno recordar lo que indica la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 12 establece claramente que: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia…”. Sin embargo, estamos viviendo en un mundo bajo vigilancia total. Existe, y ya no cabe duda, que hay un control total del “ciberespacio” y esta realidad generalmente es ignorada por la gente común.
Finalmente, Almada, Assange y Snowden pagaron su osadía con el exilio: Almada en París, Assange en Londres y Snowden en Moscú. Así se convirtieron en los Tres Mosqueteros del Siglo XXI.