Por José Schulman
En Bolivia no hay nada parecido a Pagina 12, a C5N o AM 750; lo poco que había fue arrasado por la dictadura de Yañez. Durante el año que vivieron bajo la bota militar, la comunicación alternativa fue casi cero o dicho de otro modo el predominio de los medios hegemónicos fue casi absoluto. Sin embargo, el movimiento popular boliviano y su herramienta político electoral, el MAS mantuvieron una estrategia de resistencia y ofensiva que terminó derrotando a la dictadura en las calles y en las urnas. En el aeropuerto de Chimoré lo esperaban un millón de bolivianas y bolivianos que mantienen en estos días un dialogo virtuoso con su líder.
En EE.UU. a pesar de que los medios de comunicación hegemónicos, la CNN, el NY Times, en primer lugar, descalificaron de todos los modos posibles a Donald Trump, el insoportable líder de las derechas supremacistas blancas, patriarcales, racistas y neo fascistas, cosechó un impresionante 48% de los votos. El milagro no es que perdiera, el milagro es que casi ganara.
Es que los pueblos, contra la vulgata que tanto agrada a los autocomplacientes, no aprenden ni forjan sus ideas por los medios sino en un complejo proceso de acción y reflexión, donde su propia experiencia sometida al examen de su sentido común es lo predominante.
Es desde esa mirada que la pandemia constituye una pedagogía política altamente negativa y funcional a la derecha. En poco más de ocho meses ha muerto más gente que desaparecidos y asesinados por la dictadura, en una proporción por habitante que es una de las mayores del mundo habiendo superado en esa dimensión al país que más muertos tiene, el hegemón imperial, los EE.UU.
Estos muertos cotidianos son casi invisibles para la sociedad, no tienen nombre propio salvo que sean muy famosos, mueren en la soledad y no hay funerales para ellos. Uno de los ejes de la cultura occidental y cristiana: la despedida y entierro de los restos mortales ha sido borrado de la memoria colectiva. Los que mueren de covid, en una cierta analogía con los treintamil, llevan consigo la sospecha de que algo habran hecho para enfermar y morir.
Oposición derechista y gobierno progresista coinciden en idolatrar lo inevitable de la enfermedad, como si no fuera causada por el Capitalismo en su fase productivista, destructora del equilibrio entre los humanos y el planeta tierra y por el Capitalismo en su fase maximadora de ganancias para los ricos que destruyó los sistemas de salud pública antes y después del neoliberalsmo. La esencia mercantilista del capitalismo derivó en la transformación de un derecho en una mercancía y de esta en una tragedia.
El silencio de casi todos los dirigentes políticos sobre la catástrofe humanitaria que sufrimos, de vuelta, en sus dos caras opo y progre, alimenta la deshumanización de una sociedad que jamás se recuperó del todo del genocidio y su carga no ética, no humana, no solidaria.
Más allá de las vacunas y las necesarias nuevas costumbres cotidianas, distancia social, barbijos, cuidados, prevención, pronto pedido de auxilio medico, los luchadores por los derechos humanos podemos aportar nuestro discurso humanista que jamás aceptará la muerte de un ser humano como un dato menor. Somos la Liga no hacemos otra cosa que luchar para que los seres sean humanos. Nada más y nada menos que humanos.