ir.5Mucho más que mil y una noches han durado los cuentos del Occidente sobre la “amenaza iraní”, aunque desnudos de cualquier creatividad y belleza como los que narraba Shahrazad. Por esa razón, poco se sabe o se busca conocer sobre un país que lleva la independencia y libertad no sólo como lemas en una bandera, sino también en la resistencia cotidiana que, el pasado 11 de febrero, ya suma 36 años.

Las palabras revolución y Islam, separadamente, son capaces de hacer temblar a muchos de los que piensan aferrados al que transmite el control (nada remoto) de la pantalla televisiva; decir revolución islámica, entonces, hasta parece alguna barbaridad. Sin embargo, por detrás de tantos espantapájaros creados por prejuicios y distorsiones históricas, está el interés de las superpotencias en volver a subyugar ese territorio y poner fin al ejemplo de autodeterminación que el pueblo iraní, desde 1979, ha demostrado.

Una población con 60% de analfabetos, expectativa de vida estimada en 50 años, sistema de transporte desmantelado, elevada desigualdad social, persecuciones, prisiones, torturas, y según  Amnistía Internacional el país con mayor índice de ejecuciones del mundo, el peor en materia de DDHH y sin ningún sistema legítimo de tribunal civil. Ese era el escenario de Irán mientras estuvo en vigencia la dictadura, alentada por EEUU e Inglaterra, del Sha Reza Pahlevi, que asumió el gobierno, en 1953, tras un golpe contra el primer ministro Mossadeq, luego de la nacionalización del petróleo.

La revolución islámica iraní además de provocar la ruptura con el status quo colonialista, cuenta hoy con más de 80% de su población alfabetizada, expectativa de vida de 70 años y, con todas las dificultades impuestas por sanciones económicas, ha logrado la autosuficiencia completa en lanzamientos de satélites y reducir el nivel de pobreza a 12%.

Pero todas esas conquistas son invisibilizadas por la repetitiva y falseada asociación de Irán con armas nucleares. Aunque todo lo que existe, incluyendo a nosotros mismos, sea compuesto por átomos, hay un tabú alrededor de esa palabra, reforzada por jergas técnicas reproducidas de manera oportunista en la guerra comunicacional con el intento de confundir y asustar a los desprevenidos. Algunos términos que antes sólo ganaban destaque en la tabla periódica, a ejemplo de Plutonio y Uranio, ahora son señalados tal como las celebridades, si se encuentran asociados a la República Islámica. Es como si, de pronto, Irán hubiera sido reubicado en el mapamundi y, en lugar de los alrededores del disputado Golfo Pérsico, ahora se encontrara dentro de un uranio enriquecido, con posibles variaciones, de 0, 5% a 20%, pero que nunca debe llegar a las fronteras del 90%.

Cada uno de nosotros, posiblemente algún día hicimos o haremos, algún examen de rayo x, ecografía, tomografía, resonancia magnética, o incluso terapias de radiación. Esas herramientas del campo de la salud son algunos ejemplos de utilización de energía atómica para fines pacíficos, al igual que la defensa contra plagas en la agricultura y generación de electricidad. El desarrollo de esa energía es un derecho inalienable garantizado a todos los Estados, respaldado por la ONU y por la OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica). Eso es lo que reivindica la República de Irán, que se respete su derecho soberano de avanzar en la ciencia y tecnología, pues más que un programa nuclear, Irán tiene un proyecto de nación que contempla las necesidades de su pueblo y eso, para países como EEUU y sus cómplices en la comunidad intercriminal, es inadmisible.

Durante la sanguinaria dictadura del Sha, había todo un suporte estadounidense en el desarrollo de la industria nuclear, y multimillonarias ganancias con la explotación del gas y petróleo eran disputadas entre las grandes corporaciones, en detrimento del bienestar social. Así no importa lo que uno haga pero sino a quien uno sirve, si es al interés de su gente, son nacionalistas fundamentalistas, si es al mercado y a la geopolítica del fascismo, son aliados. En medio de tantas mentiras, Henry Kissinger en un arranque de sinceridad dijo: «Irán es un aliado natural de EEUU. Son los componentes ideológicos y religiosos que lo transforman en un antagonista». “Aliado natural”, véase prospecto: recursos naturales de interés de EEUU.

Lo más curioso es como todo el cuento sobre la “amenaza iraní” empezó, y desde ahí se vienen fomentando, por sucesivos años, exhaustivas reuniones, complejas conferencias, y siendo tema en distintos medios. Había una vez (aunque todavía hay) una organización terrorista conocida como Muyahidines del Pueblo (MEK, sigla en inglés) la mayor opositora a la revolución iraní, que en 2002, hizo denuncias sin prueba ninguna, de que en Irán habían sitios nucleares no declarados y que perseguían la fabricación de bombas atómicas.

Acusaciones de este grupo terrorista hicieron que la ONU y la OIEA tomaran medidas. Pero no sucedió lo mismo, cuando el diario The Guardian reveló que Israel ofreció ojivas nucleares a Sudáfrica del apartheid en los años 70,  información que fue comprobada por la publicación de minutas de reuniones secretas entre ambos gobiernos. Las investigaciones de los distintos organismos internacionales, y de los propios informes de la CIA y Mossad, filtrados por Wikileaks, confirman que no existe fabricación de armas nucleares en el territorio persa. Por otro lado, continúan los “esfuerzos” para que Irán negocie a lo que de hecho existe: su nuclear soberanía.

Llama la atención que el MEK (financiado y entrenado por la CIA y MOSSAD) es el punto de intersección entre las acusaciones fraudulentas contra el programa de energía atómica persa, asesinatos de científicos de esa nación y otras iniciativas como: milicias de apoyo a Irak en la guerra de invasión a Irán (1980); ataques a las embajadas de Irán en 13 países (1992); denuncias (sin comprobación) contra el gobierno iraní en el atentado (1994) contra la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina); y actuación junto al Estado Islámico en Irak.

Como premio por tensionar las configuraciones mundiales de acuerdo con las conveniencias de la hegemonía del imperio estadounidense, y tener camino libre para que el Congreso apruebe envío de dinero para ese grupo, el Departamento de Estado quitó el MEK de la lista de organizaciones terroristas, en 2012, y, a principios de 2014, la ex secretaria adjunta del Departamento de Seguridad Nacional de ese mismo país, Jane Holl Lute, fue designada por Ban Ki-moon como asesora especial para la reubicación fuera de Irak de los residentes del Campamento de Hurriya, cuya mayoria son del MEK. “Holl Lute trabajará con los Estados miembros y otros socios en facilitar la acogida de esas personas por otros países”. La señora Lute es esposa del general Douglas Edward Lute, actual representante permanente de EEUU ante la OTAN. No es contra EEUU que el terrorismo es practicado pero sí con él.

Mientras se propagan las infundadas suposiciones de un Irán militarmente atómico, la OTAN es el espectro de carne, hueso y armado hasta los dientes que ronda a Europa. Y con ella, muchos ejemplos, nada hipotéticos, de ensayos de maniobras con aviación de países “no nucleares” transportando armamentos nucleares, en una franca violación del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares. Tal organización, es comandada por el único país que, concretamente, ha lanzado bombas atómicas en el mundo.

En este momento, Arabia Saudita, la potencia mejor armada del Golfo, continua su ataque a Yemen, -el país más empobrecido del Oriente Medio- con apoyo “logístico” de EEUU y de los aviones de guerra de Israel, en respuesta que la población se rebeló y destituyó a su presidente quien no cumplía con las demandas del pueblo. Desde el inicio de las agresiones, Irán, Rusia y China reclamaron que se firmara una solución política, pero hasta ahora las muertes y bombardeos sólo aumentan. Aun así, la “amenaza iraní” continua siendo las sombras en la caverna, ojala ese cuento no permanezca por más tiempo acunando la consciencia de la humanidad, sino terminará de ser contado por no tener más a quien contar, a consecuencia de las guerras y desastres de los que tienen, y nunca dejaron de usar contra civiles, reales armas de destrucción masiva.

Olga Benário de Sousa Pinheiro

 

 

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Por Editor

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