La Costa Rica mediática, esa que sostienen las campañas publicitarias de turismo y el discurso diplomático oficialista, es una ilusión. La actualidad costarricense en la dimensión económica, política y militar ha recrudecido sus contradicciones como consecuencia de la aplicación de la doctrina neoliberal, cuya cumbre práxica la constituyó la firma del Tratado de Libre Comercio con los EEUU en el año 2007. Si bien podría reportar un conglomerado de situaciones que retraten las aseveraciones anteriores, quisiera detenerme en una particular: el tema de la seguridad ciudadana y la militarización de las fuerzas armadas costarricenses.
En Costa Rica, según el artículo 12 de la Constitución Política desde el año 1948 el país “proscribe el ejército como institución permanente”. Esto convierte a Costa Rica en una república constitucionalmente sin ejército, pero esta declaración tiene muchos bemoles que la contrastan. Algunos de los ejemplos con los que podría ilustrar dicha contrastación son:
1) El entrenamiento de policías, jueces y fiscales en la “International Law Enforcement Academy”, ubicada en El Salvador.
2) La Ley antiterrorismo y la Ley de escuchas, así como la insistencia en crear un ente policial que vigile las comunicaciones privadas de la ciudadanía sin necesidad de una orden judicial ni de un delito probado.
3) El entrenamiento militar a policías costarricenses en academias extranjeras, cuyo caso más emblemático es la Escuela de las Américas, en Fort Benning, EEUU.
4) La participación de la Fuerza Pública costarricense en ejercicios militares de carácter regional.
5) La existencia de diferentes cuerpos policiales-militares y/o parapoliciales-paramilitares en el país.
Todo el conjunto de situaciones descritas, encuentra su condensación en el conocido “patrullaje conjunto”, actividad de carácter militar en la cual el territorio costarricense es solicitado por el ejército estadounidense con el fin de colaborar en la lucha contra el narcotráfico. Esta justificación, aprobada de tal forma por el poder legislativo costarricense, constituye una metáfora política-militar cuya esencia es la ocupación militar del territorio, justificado en discursos de seguridad nacional los cuales se han visto alimentados, además por la carrera armamentística que actualmente ha emprendido el vecino país de Nicaragua. Sin embargo, el tema de la militarización, no se delimita exclusivamente al espacio internacional.
El entrenamiento especializado de las unidades de la fuerza pública que se encuentran insertas en la lógica anteriormente descrita de la “lucha contra el narcotráfico”, ha mostrado su carácter represivo y función a nivel local, en los escenarios donde el descontento popular como consecuencia del encarecimiento económico, muestra sus estrategias de resistencia y lucha. Este acelerado aumento en la escalada represiva por parte de grupos de choque tales como la Unidad de Intervención Policial (UIP) ha dejado como consecuencia en los últimos años: agresiones, encarcelamientos y persecución política.
En síntesis, el territorio costarricense se encuentra actualmente posicionado en un ajedrez geopolítico, cuyas intenciones imperiales afectanla situación de relativa paz que vive el país. Esta posición desborda a la organización de las fuerzas armadas a lo interno del país, y marca una tendencia en particular: la consolidación de una policía militar.
Carlos Andrés Umaña González (* Bachiller en Psicología por la Universidad de Costa Rica, activista independiente)