Portada-no.123Sorpresa causó el 5 de abril del año 2012, cuando el embajador norteamericano en Chile, Alejandro Wolff, junto al general de Ejército Leonardo Martínez, inauguraron en el Fuerte Aguayo, en Concón, el Centro de Entrenamiento para Personal de Operaciones de Paz en zonas urbanas. Soldados de 12 países de América, vinieron a recibir capacitación en este centro que imita una zona urbana con ocho edificios y que fue construido con un aporte de 500 mil dólares proporcionados por el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de los EEUU.
Han pasado 3 años y como sabemos esta base sigue activa. Así lo confirmamos en la web del Centro para Operaciones de Paz de Chile (CECOPAC) que indica que en enero del 2015 culminó, en el Fuerte Aguayo, un curso de Pre-despliegue UNFICYT25 que según ellos explican: “Es un entrenamiento que comprende la aplicación teórica aprendida en el aula. Esto significa que busca otorgar a sus alumnos las herramientas necesarias para el correcto desempeño de las tareas y funciones sobre lineamientos generales del sistema de Naciones Unidas, requisito fundamental para ser desplegados en representación de nuestra nación”.
Todo lo anterior indica que han hecho caso omiso al rechazo y las demandas planteadas por organizaciones de derechos humanos que piden el cierre de esta base militar. Ellos mismos afirman que “son cursos que van a ir a poner en práctica a Haití”.
Las Tres etapas del curso
Los mandos e integrantes de la Plana Mayor realizan un período docente, en el cual entregan los conocimientos y estándares requeridos por la ONU para desplegarse en la Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH). Luego pasan a una fase teórica en dependencias del Fuerte Aguayo.
La tercera y última se realiza en las canchas de instrucción, en las cuales los alumnos deben aplicar la teoría, realizando tareas de negociación, puntos de control, escolta de convoy, aplicación de las reglas de enfrentamiento y operaciones con aeronaves. En otras palabras, “control de la población civil”.
Para poner en marcha este programa, CECOPAC contó con el apoyo de medios de todas las instituciones de las Fuerzas Armadas, realizando un despliegue conjunto para una preparación integral del “Batallón Chile”, la unidad nacional más numerosa de soldados en el extranjero.
El curso culminó el pasado 23 de enero con un total de 17 alumnos del Ejército y la Armada de Chile.
Por otro lado, en el sitio web de la Fuerza Aérea de Chile se indica que: “Uniformados del Ejército y de la Marina recibieron instrucción de guía de helicópteros. Esta capacitación fue realizada por personal de la FACH en el campo de entrenamiento del Fuerte Félix Aguayo Bastidas, ubicado en la V Región. La clase tenía como objetivo que los estudiantes adquirieran las técnicas que se deben utilizar en las Misiones de Paz, para guiar un helicóptero a una zona determinada”.
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Después de conocer estos datos, que son públicos y escasos, no podemos dejar de estar atentos a los movimientos que realizan nuestras fuerzas armadas. Hay muchas interrogantes que sería bueno que alguna entidad de gobierno pudiera clarificar, como por ejemplo: ¿Cuántos cursos se dieron en el Fuerte Aguayo desde el año 2012?, ¿Cuántos instructores de EEUU, de Chile, y de otros países han participado como profesores?, ¿Cuántos soldados de EEUU están en el Fuerte Aguayo?, ¿Cuánto fue el presupuesto gastado el 2014 por el gobierno Chileno?, ¿Quién y cómo se supervisa el entrenamiento que se da en el Fuerte Aguayo?
Al no contar con esta información es difícil sacar las conclusiones de lo que allí sigue ocurriendo.
Tropas chilenas en Haití desde 2004
En marzo del año 2004, el gobierno de Ricardo Lagos, tomó la decisión de enviar a 300 militares a Haití para “contribuir a la paz y la continuidad de la democracia”. Las tropas chilenas participarían en la MINUSTAH que fue creada por decisión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tras la renuncia del Presidente Jean Bertrand Arístides. Esta fue la versión oficial que todos escuchamos entonces. Lo cierto es que Arístides sufrió un golpe de Estado, fue secuestrado y expulsado del país.
A pesar que han pasado más de 10 años, nuestro país sigue participando con el “Batallón Chile”, de unos 500 soldados, en la MINUSTAH. Todo esto es concordante con el entrenamiento que siguen dando en el Fuerte Aguayo, siguen capacitándose para extenderla.
Organizaciones sociales y de DDHH han pedido insistentemente el retiro de todas las tropas militares extranjeras de este país.
Una reforma que en Chile no prosperó
El senador Alejandro Navarro propusó, años atrás, incorporar un artículo a nuestra Constitución que prohibiera la instalación de bases militares extranjeras en Chile. La moción, presentada durante el año 2011, consideró en sus fundamentos una historia pormenorizada de la existencia de las bases militares, en su totalidad norteamericanas, en diversos países del continente. Se mencionan, la Base Naval en Guantánamo, Cuba; Mariscal Estigarribia en Paraguay; Soto Cano en Honduras; y por cierto las bases en Colombia.
En la propuesta, el senador Navarro hacía una revisión comparada de las legislaciones vigentes de Bolivia, Ecuador y Venezuela, que prohíben la instalación de bases militares extranjeras en sus territorios y la de otros países, incluido Chile, cuyas constituciones contemplan la facultad presidencial o de los parlamentos de permitir o no la entrada y permanencia de tropas extranjeras en territorio nacional.
La propuesta no tuvo quórum, y años después, en abril de 2012, en Chile fuimos testigos de cómo el embajador norteamericano inauguraba la base militar de Fuerte Aguayo en Concón.

 

 

 

Bases para sostener la Injusticia
Francisco Cortés, del Observatorio por el Cierre de la Escuela de las Américas y dirigente de Juventud Guevarista dice que “la existencia de múltiples bases militares de EEUU es un elemento propio de las características del imperialismo, del capitalismo, ya que para sostener su dominación en nuestro continente, mulato y rebelde, deben aplicar las más rapaces políticas de seguridad nacional”.
Cortés indica que esto “no es una sorpresa” y que “no hace más que mostrar la necesidad de luchar por la liberación absoluta de nuestros pueblos. Para esto último, junto con la solidaridad internacional, creemos necesario la coordinación política y la lucha consecuentemente internacionalista”.
Al cierre de esta edición: el secretario general de la UNASUR, Ernesto Samper, propuso la eliminación de todas las bases militares de Estados Unidos en territorio latinoamericano, al considerarlas como elementos pertenecientes “a la época de la Guerra Fría”.

 

Félix Madariaga L.

 

Por Editor

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