El domingo 27 de enero se cumplió un año desde que Juan Orlando Hernández, respaldado por Estados Unidos, fue instalado por segunda vez como presidente de Honduras, en medio de manifestaciones masivas contra el fraude electoral ampliamente reconocido. Fueron los Estados Unidos los primeros en reconocer a Hernández y se aseguraron de que permaneciera en la presidencia.
Un experto del Miami Herald descubrió que las armas M-4 de fabricación estadounidense fueron utilizadas por la Policía Militar para matar a la joven Kimberly Dayana Fonseca, de 19 años, durante las manifestaciones del año pasado. Entre 2015 y 2017, el Departamento de Estado autorizó a las empresas a exportar más de 10,000 armas de fuego al gobierno de Honduras. Más de 35 manifestantes y transeúntes fueron asesinados durante las manifestaciones a favor de la democracia. Docenas más fueron arrestadas y encarceladas; varios manifestantes, incluidos Edwin Espinal y Raúl Álvarez, han estado encarcelados en condiciones inhumanas por más de un año.
Edwin y Raúl se encuentran en una prisión de máxima seguridad, dirigida por militares, donde su salud se está deteriorando y han perdido más de 40 libras cada uno.
El pasado fin de semana, cuando personas de toda Honduras salieron a las calles exigiendo la renuncia de Hernández y la libertad de los presos políticos, el régimen respaldado por Estados Unidos reprimió nuevamente a la población. Según la organización de derechos humanos COFADEH, un camarógrafo hondureño que cubría las manifestaciones informó que la élite TIGRES, entrenada y financiada por los Estados Unidos, le disparó una bala de goma directamente en el estómago porque estaba filmando cuando las fuerzas de seguridad reprimieron las manifestaciones. Las fuerzas de seguridad también detuvieron al periodista Jairo López y a decenas de manifestantes, dispararon balas y golpearon a los manifestantes.
Esto ocurrió pocos días después de que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, llamó a Hernández para «reiterar» el apoyo de Estados Unidos a su régimen y lo «felicitó» por las medidas represivas impuestas para intentar detener a los que huyen de Honduras. El Comandante del Comando Sur de los Estados Unidos también eligió viajar a Honduras y reunirse con el presidente de Honduras la semana pasada, justo antes de las principales manifestaciones. WHINSEC, anteriormente conocida como la Escuela de las Américas, también estuvo en Honduras en diciembre.
En un momento en que miles de hondureños huyen y piden la renuncia de Hernández, Estados Unidos está optando por dejar en claro que continuará apoyando este régimen violento y represivo.
Las caravanas de migrantes que salen de Honduras son el resultado directo de los últimos 10 años de políticas represivas y destructivas impuestas por los regímenes respaldados por los Estados Unidos luego del golpe militar dirigido por los graduados de la Escuela de las Américas el 2009, que eliminó a un líder elegido democráticamente que había mejorado la vida de muchos en Honduras.
Los que se ven obligados a abandonar sus hogares son muy conscientes de las causas políticas de la proliferación de asesinatos, violencia y políticas económicas que han destruido sus vidas. Miembros de las caravanas de migrantes frecuentemente denuncian al presidente hondureño, y gritan el eslogan que se hizo popular durante la resistencia masiva a la reelección ilegal el año pasado: ¡¡Fuera JOH!!
Como la Administración Trump demoniza a los inmigrantes y las caravanas que huyen de Honduras, es importante recordar que son precisamente las políticas de los Estados Unidos y los regímenes respaldados por los Estados Unidos los que han creado la necesidad de que las personas huyan de Honduras en primer lugar.
Las acciones de los funcionarios estadounidenses para apoyar, entrenar, armar y financiar a un régimen represivo y corrupto, que abre fuego contra sus propios ciudadanos e imponen políticas neoliberales destructivas, sólo harán que más y más personas huyan.
En solidaridad,
SOA Watch