La errática política exterior y de defensa de Javier Milei
Socio global de la OTAN y miembro del grupo Ramstein: la irresponsabilidad como factor común
Por Roberto López*
Desde la asunción del presidente Javier Milei, la política de Defensa Nacional en Argentina ha experimentado cambios significativos, particularmente, tal cual señaló el pasado martes de 11 de junio el Secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa -Juan Battaleme- en la Comisión de Defensa Nacional, donde había sido citado para que brinde explicaciones, en torno las alianzas y compromisos internacionales.
Practicando el ejercicio de recorrer la exposición del citado funcionario, se puede apreciar que cada uno de los eventos que, tomando estado público, sin dudas, obedecen a una planificación que tiene un sentido nítido de alineamiento irrestricto –y sobreactuado– a las políticas emanadas desde Washington. Hasta acá ninguna novedad.
Ahora bien, en esa imaginaria línea de tiempo se pudo observar que, en abril de 2024, el ministro de Defensa, Luis Petri, llevó a cabo una misión diplomática clave ante la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por instrucción del presidente Milei. El objetivo principal fue operativizar el proceso de aprobación para que Argentina pueda adquirir la categoría de «socio global» de la alianza hemisférica.
Durante una reunión en Bruselas, sede de la OTAN, Petri entregó una carta de intención que expresaba la solicitud de Argentina para convertirse en un socio global de la organización.
Simultáneamente, el Ministerio de Defensa -y la cancillería- terminaban de darle forma a un nuevo Plan Anual de Ejercitaciones Combinadas y Conjuntas de las FF. AA. para el período 1° septiembre 2024/31 agosto 2025. Este proyecto enviado de apuro esta última semana -PE008-2024- debió haber ingresado al Congreso de la Nación en el mes de marzo de 2024, es decir, con un atraso significativo que pudo estar atado a los retoques que le imprimió la nueva gestión de la Defensa Nacional.
La principal novedad estuvo dada en la incorporación del Ejercicio XIV “GUINEX”, una ejercitación a desarrollarse en el Golfo de Guinea. Tal cual surge del marco situacional y objetivos descriptos en el proyecto, esta actividad tiene como foco central aquellas técnicas y tácticas en operaciones navales asociadas a la vigilancia y el control del mar, especialmente la que se desarrolla con más frecuencia en esa parte del globo, la piratería.
Vale recordar, una vez más, que en nuestro país la autoridad marítima está en manos de la Prefectura Naval Argentina, y que la piratería, un fenómeno relacionado a la seguridad, debería estar en la órbita de acción de la esta última fuerza de seguridad. Todo ello previsto en las leyes 23. 554, 24.059, Decreto Reglamentario 727/2006 y otras normas conexas y concatenantes.
Sobre este particular, el licenciado Juan Battaleme indicó que el gobierno nacional está trabajando sobre una modificación del decreto reglamentario de la ley de Defensa Nacional y, en particular, sobre la Directiva Política de Defensa Nacional (DPDN). En ese sentido, agregó el funcionario, que existen actividades de Defensa Nacional que operan en “zonas grises” en cuanto a que podrían ser consideradas de Seguridad Interior.
Finalmente, Battaleme sostuvo como argumento central, que el Ejercicio “Guinex” era liderado por la Marina brasileña, entendiendo que esto ofrecía una mirada legitimadora para la ejecución de éste. Vale recordar que en Brasil la autoridad marítima es la Marina de Brasil, así lo contempla la legislación de ese país.
En ese recorrido imaginario de la exposición del Secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa, conviene resaltar los ejes en los cuales fijó la centralidad de su argumento respecto a la petición de incorporar a la Argentina como socio global de la OTAN.
Battaleme sostuvo que esto obedecía a una directiva estratégica ordenada por el presidente de la nación. En estrictas palabras del funcionario: «Esto significa integrarse a Occidente poniendo, de este modo, en funcionamiento un mecanismo de coordinación política con los miembros de la Organización militar multinacional (sic)”. Agregó, además, la conveniencia de «tener un oído en esa mesa de decisiones (sic)”.
Profundizando en ese concepto, sostuvo que Argentina había tenido un “gesto” hacia occidente y que esto era en el marco de una clara elección: Trabajar asociado a Estados Unidos. Nuestro país exhibió ese estatus similar a partir de 1998 hasta que la Dra. Nilda Garré ordenó poner fin a esa asociación durante su mandato al frente a esa cartera.
En términos de adquisición de materiales para defensa, cerrado el capítulo de la compra de los cazas multirrol F-16, el ministro de defensa, según publicaciones de esta semana, sostiene conversaciones con Italia por la compra de un buque de asalto anfibio clase San Giorgio que la Marina Italiana está próximo a desprogramar. Esta nave, que además cuenta con una cubierta para operar helicópteros, es una capacidad que la Armada Argentina había perdido con la baja del buque ARA San Antonio. Con coherencia, Juan Battaleme sostuvo el pasado martes que su aspiración es que las Fuerzas Armadas recuperen la proyección naval y el largo alcance.
Esta lógica obedece más a un concepto de una Defensa Nacional del tipo “ofensiva” y no “defensiva-disuasiva” como establece el complejo normativo argentino. Detalle no menor si se tiene en cuenta que la OTAN realiza operaciones de proyección de fuerzas a lo largo y ancho del globo.
Por último, Battaleme sostuvo que pertenecer a la OTAN como socio global no le generaba obligaciones en torno a los conflictos en que la organización tomaba parte; estrictamente dijo: “Si Argentina no quiere meterse en un conflicto, no lo va a hacer». Al mismo tiempo, indicó que en Ucrania la única misión que llevaría a cabo nuestro país iba a ser de índole humanitaria.
Dicho esto, ocurrieron dos cosas: Argentina fue incluida oficialmente en el Grupo Ramstein, un grupo de países que apoyan la defensa a Ucrania mediante el envío de equipo y entrenamiento militar. Por otro lado, trascendió que existe la intención de enviar los cinco aviones Super Etendard Moderinsé -comprados en la gestión del ingeniero Macri- y que nunca volaron por tener vencidos los cartuchos pirotécnicos de los asientos eyectores (esto último con una triangulación con Francia). Aquí sí parece que el discurso y las acciones entran en colisión.
Algunas consideraciones
Es evidenciable, en el relato del secretario de Asuntos Internacionales de la Defensa, que el gobierno argentino ha fijado su rumbo en política exterior. Este rumbo va a estar determinado por las decisiones en esta materia que surjan desde Washington. Así lo expresó claramente cuando sostuvo que habían elegido ser socios de Estados Unidos, visto las asimetrías entre ambas naciones es factible poner en duda el carácter de “socios”. En ese mismo orden, vale decir, existe coherencia entre lo escrito por el Ministerio y las acciones ejecutadas, en materia de política exterior.
Las inconsistencias aparecen cuando la sobreactuación, antes declamada, irrumpe en la escena internacional y genera posicionamientos que ponen en riesgo a la seguridad de la nación. Mientras Battaleme sostenía que Argentina solo apoyaría operaciones humanitarias en Ucrania, resulta que su jefe, el ministro Petri, era recibido por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, en la 23ª reunión del Grupo de Contacto de Defensa de Ucrania. Por otra parte, se comenzaba el estudio del citado traspaso de material aeronaval en triangulación con Francia, actual proveedora de material bélico a Ucrania.
Es acá donde la inconsistencia, entre en el relato y las acciones, pone en una situación peligrosa, inestable y poco asertiva a la República Argentina. Romper las tradiciones, en este caso la neutralidad en conflictos que no atañen intereses u objetivos directos de la nación, implica no solo un hecho disrruptivo de la liturgia del Palacio San Martín, sino que compromete el destino del país y de todos los que vivimos en él. La incorporación al Grupo Ramstein debería ser tratada en el Congreso de la Nación, toda vez que ese grupo es el que apoya el esfuerzo militar de Ucrania y coordina, al mismo tiempo, las acciones de los países que apuntalan a esta nación en la guerra contra Rusia.
En resumen, es necesario recuperar la sensatez en el modo de vincularse con las grandes potencias sin la necesidad de dividir al mundo, adolescentemente, entre “buenos” y “malos”; entendiendo que las relaciones se mueven por intereses nacionales y no por gustos personales. Eso queda en evidencia con el anuncio del próximo viaje del presidente Milei a China, luego de las desafortunadas declaraciones del mismo presidente y su canciller, Diana Mondino.
En síntesis, volver a la senda de la racionalidad en asuntos de política exterior y defensa de la mano de una planificación adecuada que observe, particularmente, la soberanía e independencia de la Nación Argentina, su integridad territorial y capacidad de autodeterminación, y, finalmente, protegiendo la vida y la libertad de sus habitantes.
*El autor es abogado, magíster en Defensa Nacional. Asesor parlamentario en la Comisión de Defensa Nacional en la Honorable Cámara de Diputados y en la Comisión Bicameral de Inteligencia del Honorable Congreso de la Nación.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/744962-socio-global-de-la-otan-y-miembro-del-grupo-ramstein-la-irre