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Publicamos estos artículos y discursos con el animo de conocer parte de la historia pero fundamentalmente para que sigamos haciendo conciencia que la guerra no sirve ni a las naciones ni a los pueblos del mundo. Por eso seguimos levantando las banderas de la paz y el derecho a la autodeterminación de todos los pueblos.

A 70 años del fin de la Gran Guerra Patria

Cuando escribo estas líneas, en Moscú se hacen los aprestos finales para conmemorar el 70 aniversario de la derrota del fascismo en la segunda guerra mundial. El pueblo soviético la denominó Gran Guerra Patria y aunque el acto principal se realiza en la capital rusa, esta fecha debería ser celebrada como una victoria de toda la humanidad contra la expresión más despiadada que el capitalismo haya adquirido en toda su existencia.

La mitología occidental ha pretendido dejar para la historia la idea de que los ejércitos aliados (de manera principal los de Estados Unidos y Gran Bretaña) jugaron el papel decisivo en la derrota de la infernal maquinaria nazi. Así como perdieron la guerra en Vietnam y construyeron toda una alegoría mediática para mostrar su victoria a través del cine y la televisión, el imaginario construido posterior a la conflagración, -finalizada el 9 de mayo con la rendición incondicional del alto mando alemán ante el Mariscal de la Unión Soviética Georgui K. Zhukov- ha querido revelar una falsa visión de los acontecimientos. No se trata de minimizar la contribución de los aliados en la contienda, pero la realización tardía e interesada del desembarco de Normandía persiguió objetivos políticos vinculados a la situación que habría de crearse en la posguerra.

Después de la batalla de Stalingrado, finalizada el 2 de febrero de 1943, dio inicio la contraofensiva soviética en el este. El sostenido avance del Ejército Rojo, a partir de ese momento despertó la inquietud de la alianza atlántica en la carrera por llegar primero a Berlín y, en primera instancia a París, en una Francia que resistía a través de sus partisanos comunistas mientras el General De Gaulle vivía en Londres y refunfuñaba con imprecaciones de toda índole por la demora estadounidense-británica en ejecutar el ansiado desembarco en el continente, cuyo retraso amenazaba con poner en entredicho su propia capacidad de liderar el proceso de liberación de Francia.

Desde mediados de junio del año 1944, la inteligencia soviética había logrado desinformar a Alemania acerca de sus planes en el frente oriental, por lo cual Alemania concentraba grandes cantidades de unidades en el este que jamás pudo desplazar hacia el oeste. Esto facilitó las condiciones para el desembarco en Normandía, toda vez que el ejército nazi mostraba su faceta más débil en su flanco occidental.  Además, sus tropas se encontraban diseminadas en un amplio frente de combate que iba desde el Báltico hasta el Mediterráneo, donde además de las tropas soviéticas combatían heroicamente fuerzas guerrilleras rurales y urbanas mayoritariamente comunistas, en Italia, Yugoslavia, Eslovaquia, Polonia y Grecia.

Si se pudiera comparar en términos militares, el desembarco en Normandía con las batallas en Stalingrado, Leningrado, Smolensk, Kursk o el Dniéper habría que decir que la primera fue una simple escaramuza, no tanto por la magnitud de las fuerzas militares y el armamento terrestre, aéreo y naval ocupado en las operaciones, sino sobre todo porque a diferencia de los soviéticos que combatían por liberar territorio patrio y su pueblo sufría en carne propia los desmanes y la represión indiscriminada del aparato de guerra y represión nazi, Estados Unidos y Gran Bretaña luchaban fuera de su ámbito, ocupados en una batalla geopolítica para impedir que el país de los soviets fuera el primero en llegar a Berlín y lograra la gloria de derrotar al Tercer Reich en su propia madriguera. Era parte de la guerra fría y el mundo bipolar.

Es cierto que 45 años después la Unión Soviética fue derrotada y desapareció, que sus líderes de entonces no tuvieron la misma grandeza de los que la condujeron en la victoria en la Gran Guerra Patria y que su desvanecimiento anunció “el fin de la historia”. Pero esa es una cosa, y otra es que se pretenda por vía cinematográfica tergiversar la historia, construir falsos ídolos y esquilmar a los pueblos de la Unión Soviética el sustantivo aporte que hicieron a la libertad no sólo de ellos mismos, sino de toda la humanidad.

(Este es un extracto del artículo de Sergio Rodríguez Publicado en Barómetro Internacional)

Discurso en la Universidad de Santiago

¡Queridos compatriotas!

En la historia de cada nación hay fechas, cuya importancia no se borra con el paso del tiempo. Por el contrario, cada década le añade más connotación a su grandeza con una gran fuerza progresiva. Para nosotros no existe un día más sagrado que el 9 de mayo – La Celebración del Día de la Victoria. Ya han pasado 70 años. Cada año, este 9 de mayo, nosotros estamos de luto debido a la gran cantidad de fallecidos y muerte, y esto es con un sentido inocultable de orgullo por nuestra patria, por nuestro pueblo honramos a los veteranos.

Es difícil encontrar una familia a la cual la guerra no los haya quemado con su aliento de fuego. Nuestro deber sagrado – recordar siempre a quienes forjaron la victoria en los frentes y en los patios traseros. Cualquier intento de reinterpretar la historia de la Gran Guerra Patria, y la Segunda Guerra Mundial está condenado al fracaso. Era solamente el soldado soviético, que a costa de su vida detuvo la marcha victoriosa de las fuerzas armadas de la Wehrmacht. Ganamos porque estuvimos unidos, no nos dividimos por nacionalidad ni región, no nos dividimos por nación y no prestamos atención a la forma de los ojos. Ganamos porque tuvimos un país, una patria. Rusos, ucranianos, bielorrusos, kazajos, kirguises, georgianos, armenios y representantes de otros pueblos de la Unión Soviética juntos, lado a lado, lucharon contra el fascismo. Nuestro, era el país unido quien no podía perder esa feroz batalla. Debido a que no es posible tener una victoria de los que luchan por su tierra natal, dispuestos a morir por ella. Pero el pueblo soviético defendió su patria exactamente así – a muerte.

Los nazis esperaban esclavizar a nuestro pueblo a la velocidad de un rayo, prácticamente destruir nuestro país. Pero sus planes fracasaron. El ejército soviético primero detuvo a los nazis cerca de Moscú, y luego, durante tres años, no sólo frenaron el ataque del enemigo, sino también los mandaron de vuelta a su guarida. Los resultados de las batallas de Moscú y Stalingrado, el valor de la sitiada Leningrado, la Batalla de Kursk y el Dnieper predeterminan los resultados de la Segunda Guerra Mundial. La liberación de Europa y la batalla por Berlín – el Ejército Rojo posiciona el punto victorioso en la guerra.
Nunca hemos dividido la victoria entre la nuestra y la de ellos, siempre hemos recordado la ayuda de nuestros aliados – la de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y de otros países contra el fascismo alemán e italiano. Hoy también rendiremos homenaje a la valentía de todos los europeos que resistieron al nazismo. Pero nosotros sabemos perfectamente que la Unión Soviética perdió durante estos años de la guerra a más de 26 millones de sus ciudadanos. Y entre los soldados que murieron en el campo de batalla, había gente de todas las nacionalidades de la antigua URSS.

Todos los pueblos y todas las repúblicas de la Unión Soviética sufrieron sus propias pérdidas irreparables. Durante los años guerra, en la Unión Soviética se destruyeron más de 1.700 ciudades, más de 70.000 aldeas y asentamientos. La población masculina se redujo a proporciones catastróficas. De los hombres que nacieron en 1923, sobrevivió sólo el 3%. La pena llegó a cada casa, cada familia. Y así, el 9 de mayo es una fecha sagrada para todos los países de la Comunidad de Estados Independientes. Compartimos el dolor común, la memoria común y nuestro deber hacia las generaciones futuras. Y tenemos que entregar a las futuras generaciones el espíritu de nuestras relaciones históricas, aspiraciones comunes y esperanza común. Estoy convencido de que nuestra fraternidad y nuestra amistad no tiene alternativa. Y con nuestros vecinos más cercanos y con todos los países del mundo, Rusia está dispuesta a construir tales relaciones – que están unidas, no sólo con las lecciones del pasado, sino también con dirección hacia nuestro futuro compartido.

La historia nos enseña que los estados y las naciones tienen la obligación de hacer todo lo posible para no perder de vista la formación de las nuevas doctrinas letales, cómo y desde el qué crecen las nuevas amenazas. Las lecciones de guerra han advertido que ayudar a la violencia, la indiferencia y la expectación – conduce inevitablemente a terribles tragedias de escala mundial. Y así, en vista de las amenazas reales del terrorismo, debemos permanecer fieles a la memoria de nuestros padres. Debemos defender un orden mundial basado en la seguridad y justicia, en una nueva cultura de relaciones mutuas que no permita la repetición de guerras frías ni calientes. Construimos nuestra política sobre ideales de libertad y democracia, en el derecho de cada Estado a elegir su propio camino al desarrollo.

¡Queridos amigos! Para nuestro país, el 9 de mayo ha sido y siempre será un día sagrado, que llena nuestros corazones con los sentimientos más complejos – la alegría y la tristeza, la compasión y la generosidad. Apela a las acciones más nobles. Da otra oportunidad para inclinarse ante aquellos que nos dieron la libertad – la libertad para vivir, trabajar, disfrutar, crear y comprendernos.

Día de la Victoria – el día fraternal, más sincero y nacional en nuestro país. Para los pueblos de la antigua Unión Soviética él permanecerá para siempre como un día de gran hazaña nacional, para los países de Europa y de todo el planeta – el día de la salvación mundo. Nuestros abuelos y nuestros padres no lamentaron su vida por el honor y la libertad del país. Estaban unidos y defendieron su patria. Y hoy nos inclinamos debajo de todos los veteranos de la Gran Guerra Patria, les deseamos una vida larga y próspera.

¡Gloria a soldados victoriosos de la Gran Guerra Patria y la Segunda Guerra Mundial!

¡Feliz Día de la Victoria!

Discurso del Agregado de Defensa Militar, Naval y Aéreo a la Embajada de Rusia en Chile Coronel Igor Brusentsev respecto al 70 Aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria

70 años del fin de la II Guerra. Día de la Victoria

El 9 de mayo de 2015 celebramos el 70 Aniversario de la victoria en la Gran Guerra Patria que era parte de la II Guerra Mundial – un conflicto de gran escala y el más cruel de la historia. En la guerra participaron 60 países que perdieron en total más de 50 millones de personas. El ataque principal lo sufrió la Unión Soviética (falleció casi 1/7 de la población). Contra la URSS y sus aliados luchaban 12 estados del Eje. Con la ayuda técnica y militar de los paí- ses aliados, el Ejército soviético expulsó a fascistas de 13 países.

La Gran Victoria marcó un hito en el diálogo entre nuestro país y A. Latina. Las relaciones oficiales entre Rusia y Chile empezaron en aquella época: el 11 de diciembre del año pasado celebramos 70 años de las relaciones diplomáticas establecidas como resultado de la amplia campa- ña de solidaridad del pueblo chileno.
Celebrando la efeméride de la Gran Victoria confirmamos la importancia de las decisiones históricas que sirvieron de base a todo el sistema internacional del período de post-guerra, incluyendo, por supuesto, la Organización de Naciones Unidas. El 26 de febrero, en la reunión plenaria de la 69ª sesión de la Asamblea General de la ONU, por iniciativa de Rusia fue aprobada la Resolución “El 70º Aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial”, 83 Estados fueron coautores de nuestro proyecto.

Hay que aprender las lecciones de la historia. 70 años después la ideología neonazi nuevamente encuentra adeptos en algunos países, lo que necesita una respuesta firme de todos los que quieren la paz. Por eso, en nuestra política tanto exterior como interior partimos de la importancia de preservar la memoria histórica de los pueblos. El mundo acaba de entrar en una época de transformaciones significativas. El sistema establecido tras la II Guerra Mundial, que se basaba no solo en el balance de fuerzas sino en el respeto de los derechos de otros actores y su disposición a buscar acuerdos, está seriamente debilitado y deformado; las instituciones internacionales y regionales afrontan dificultades muy graves. El propio concepto de la soberanía nacional se hace cada vez más relativo. Necesitamos un nuevo consenso entre los países, autorrestricción razonable y colaboración responsable.

Quisiera subrayar que la percepción de la Victoria conquistada en 1945 como un valor común para toda la humanidad tiene gran importancia para la comunidad internacional. Y el orden mundial establecido a finales de esta Gran Guerra tiene que ser preservado y progresivamente reformado para prevenir el desencadenamiento de nuevos conflictos.

Embajador de Rusia en Chile Mikhail Orlovets en La Tercera
http://papeldigital.info/lt/2015/05/09/01/paginas/048.pdf

Estas declaraciones han sido tomadas de: https://www.facebook.com/Embajada.de.Rusia.en.Chile

Por Editor

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