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De acuerdo al filósofo André Duartea, aunque el impeachment sea un «dispositivo constitucional» es «evidente» que la solicitud de renuncia de la Presidenta de la República «se basa en argumentos jurídicos bastante pobres, que carecen de pruebas contundentes de que ella haya cometido crímenes de responsabilidad como requiere la Ley del impeachment». En su evaluación, el pedido de impeachement «recurre a deducciones no comprobadas sobre una supuesta implicación de la Presidenta en actos de corrupción, sugiere que Dilma no ha actuado cuando podría haber frenado tramas de corrupción en Petrobrás, y hace uso de ciertas pedaleadas fiscales, que sin duda, constituyen irregularidades administrativas, practicadas, de hecho, por muchos gobernantes».

*La entrevista es de Patricia Fachin e Márcia Junges | Traducción de Patricia Pizzorno

La tesis de que la política está subordinada al poder judicial, conocida como «judicialización” no es «suficiente para hacer frente al pedido de impeachment de la Presidenta Dilma porque supone que la política está siendo subordinada a argumentos de carácter estrictamente jurídico, cuando me parece que es todo lo contrario: lo que está sucediendo ahora en el país es que la política está pautando el derecho y el propio poder judicial»,  sostiene André Duartea IHU On-Line, en la entrevista concedida por correo electrónico.

Según el filósofo, aunque el impeachment sea un «dispositivo constitucional» es «evidente» que la solicitud de renuncia de la Presidenta de la República «se basa en argumentos jurídicos bastante pobres, que carecen de pruebas contundentes de que ella haya cometido crímenes de responsabilidad como requiere la Ley del impeachment». En su evaluación, el pedido de impeachement «recurre a deducciones no comprobadas sobre uma supuesta implicación de la Presidenta en actos de corrupción, sugiere que Dilma no ha actuado cuando podría haber frenado tramas de corrupción en Petrobrás, y hace uso de ciertas pedaleadas fiscales, que sin duda, constituyen irregularidades administrativas, practicadas, de hecho, por muchos gobernantes».

En la siguiente entrevista, Duarte señala que aún un análisis «más de cerca» de la crisis política no garantiza su explicación «recurriendo a la noción de crisis de representación». Y añade: «Quizás sea más apropiado hablar de crisis y deformación específicas de nuestro sistema político», ya que, «después de las victorias sucesivas del PT a nivel del Ejecutivo, se eligió un Congreso Nacional que es considerado por muchos como el más conservador desde 1964».

La crisis actual, agrega, «parece ser más bien del propio sistema político brasileño, es decir, parece estar más relacionada con sus distorsiones internas, tales como la financiación privada de candidatos y bancadas enteras». A pesar de apostar a la necesidad de una «profunda reforma política» para «fortalecer nuestra democracia», dado el momento político actual y las denuncias que recaen sobre el ex Presidente Lula, «ya no hay posibilidad de componer el tejido político recurriendo a Lula». Y cuestiona: «¿Cómo imaginar un acuerdo entre situación y oposición a esta altura de los acontecimientos? La oposición, que está vislumbrado la increíble oportunidad de ganar la presidencia por vía indirecta, sin tener que pasar a través de un proceso electoral, no está interesada en este acuerdo».

André Duarte es coordinador del Programa de Post Graduación en Filosofía de la Universidad Federal de Paraná – UFP.

Lea algunos pasajes de la entrevista.

IHU On-Line – ¿Cómo está acompañando usted el actual momento político del país?

André Duarte – Con mucha aprehensión. Nunca imaginé que llegaríamos a este punto de no saber quién gobernará el país el día de mañana. El clima de incertidumbre política es altísimo y el pronóstico, de hecho, es sombrío, aun cuando el pedido de impeachment no sea aprobado, hipótesis que parece bastante remota. Y si finalmente se aprobase, la situación política y económica del país podría empeorar, y empeorar mucho. Si bien es cierto que el impeachment es un dispositivo constitucional, es cada vez más evidente para mucha gente que «este» pedido de renuncia de la Presidenta Dilma Rousseff se basa en argumentos jurídicos algo pobres, pues carecen de pruebas contundentes de que ella haya cometido delitos de responsabilidad, como lo exige la Ley del Impeachment.

Aunque hubo un brusco cambio en la opinión pública desde las manifestaciones de los días 18-03 y 31-03, cuando finalmente muchas personas expresaron su desacuerdo en relación a los riesgos institucionales y políticos implicados en este proceso de impeachment, aun así creo que la Comisión aprobará la solicitud y que la Cámara votará la deposición de Dilma. Eso puede abrir las puertas del infierno, instaurando una incertidumbre institucional muy grave en el país por mucho tiempo. ¿O alguien cree que todo el mundo aceptará tranquilamente la deposición de Dilma por parte de Cunha y sus aliados sobre la base de un proceso que es cuestionado, incluso, por varios juristas?

IHU On-Line – ¿Cuál sería un uso adecuado del espacio público para discutir la situación actual de crisis que vive el país, sin inclinarse hacia discursos autoritarios?

André Duarte – Creo que no podremos lograr una democracia más sana sin una reforma profunda de los medios de comunicación y de su función informativa, que necesitaría ser más plural y menos homogénea, más diversificada y menos monopolizada. Los principales medios de comunicación están concentrados en manos de muy pocas familias y eso genera distorsiones políticas muy intensas.

No conozco ningún país en el que una única red de televisión tenga tanto poder como en Brasil. ¿Cómo construir una democracia fuerte en esta coyuntura en la que hay un 4º poder que puede hacer y decir lo que quieran sus propietarios? ¿Cómo pensar la posibilidad de una discusión público-política en ausencia de un medio de comunicación plural? ¿Cómo construir una cultura política de masas en ausencia de una multiplicidad de medios de información? En general los países democráticos más desarrollados tienen medios de comunicación que operan en nichos culturales e ideológicos más o menos bien establecidos: hay periódicos con tendencias editoriales más de centro, más de derecha, un poco más de izquierda, o francamente de izquierda. Por supuesto que no todos tienen el mismo poder de alcance, pero al menos se preserva un poco más la multiplicidad de puntos de vista.

En Brasil, la lectura de la mayoría de los semanarios se hizo prácticamente imposible, pues no pasan de ser basura editorial oportunista. Lo mismo está sucediendo con los grandes periódicos, cuya parcialidad disfrazada de neutralidad y objetividad está siendo desenmascarada sistemáticamente gracias a la actividad de blogueros independientes, pero eso no es suficiente y no llega a ser propositivo en términos de reformas necesarias. Sin una reforma política y sin una reforma de los medios de comunicación, no habrá una democracia digna de tal nombre en Brasil. Pero el problema es: ¿cómo imaginar que el Congreso que allí se encuentra tendrá interés en promover reformas que significarían la extinción de muchos de sus miembros en futuras elecciones? Y aún más: ¿cómo imaginar la posibilidad de una reforma de los medios de comunicación por parte de un Gobierno completamente acorralado y desmoralizado por estos mismos medios?

Fuente: http://site.adital.com.br

 

Por Editor

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