Juana Aguilera, profesora, ex presa polí­tica, es Presidenta de la Comisión Ética Contra la Tortura. En esta entrevista ha­bla del Chile de hoy a 40 años del golpe de estado.

 

juana aguileraEn la actual coyuntura, ¿Cómo evalúan la situación de DDHH en el país?

En la víspera de cumplirse 40 años del Golpe de Estado, del 11 de Septiembre 1973, el que dejó en el seno del pueblo chileno una marca imborrable de violaciones a los derechos hu­manos, injusticia, opresión, impunidad y bar­barie, no podemos evaluar la actual situación de los Derechos Humanos sino como un mo­mento de grandes desafíos y que requiere del despliegue de la solidaridad y del apoyo mutuo de las organizaciones que conforman el nuevo tejido social que se ha levantado en nuestro país. Hoy sectores cada vez más amplios re­chazan tajantemente el dominio instalado por la dictadura en múltiples aspectos del queha­cer nacional. Hoy ocupan los espacios públicos para manifestar su malestar con el sistema neo­liberal. Los movimientos sociales ocupan las calles y dan esperanzas de construir un Chile con más derechos humanos para todas las per­sonas.

Sin embargo, el Estado reprime a los movi­mientos sociales…

Efectivamente, la criminalización de las luchas sociales, la represión brutal y desproporcio­nada contra estudiantes y pueblo mapuche, el uso de implementos cada vez más perjudiciales para la vida y la integridad física y psicológi­ca de quienes se manifiestan, nos muestra una represión que tiene un carácter muy distinto a la necesaria presencia y contención policial de resguardo de una manifestación pública. Lo que se ha visto en nuestro país, y que se ha agudizado en estos años de Gobierno de dere­cha, es una policía vestida para actuar frente a un enemigo, al que debe reducir a cualquier precio; una policía que obedece a una políti­ca cuyo diseño le entrega plenas facultades y atribuciones y que le asegura impunidad a un proceder que escapa a todo estándar y com­prensión de convivencia democrática. Tene­mos personas quebradas, atropelladas por ve­hículos policiales, heridas con perdigones en diversas partes del cuerpo; pérdida de ojos por disparos policiales, secuestros, torturas físicas, psicológicas y sexuales. El gobierno chileno y su cuerpo policial con este proceder violan to­dos los compromisos contraídos por Chile en el plano internacional respecto del respeto y plena vigencia de los derechos fundamentales en nuestro país y de los instrumentos que ha ratificado en esa materia.

La represión es igual que en dictadura. Con esto, ¿se quiere causar miedo?

A propósito de los años de dictadura y del te­rrorismo de estado que imperó durante esos 17 años de Pinochet en el poder, el miedo era una estrategia de dominación y sometimiento. La política de seguridad nacional instaló el terrorismo de Estado para desarticular al mo­vimiento social que había culminado en los años 70 con el arribo de Salvador Allende en la Presidencia de la República. Hoy, el siste­ma económico y político neoliberal, que se ha profundizado en estos 24 años post dictadura, vuelve a recurrir a la única arma que tienen los poderosos para someter a los pueblos que es la represión, el amedrentamiento, la promoción de la desarticulación, contra las organizaciones sociales, estudiantiles, mapuche. De ahí que recurrir a la Memoria Histórica y al legado de estos 40 años de lucha, en que desde el campo de los derechos humanos se ha resistido al te­rrorismo de Estado, es vital.

Afortunadamente, hoy hay una diferencia que radica en que nuestros jóvenes, no sólo no tie­nen miedo, sino que tienen conciencia que esta represión tiene una historia y saben bien de qué son capaces y eso a la hora de actuar es un pun­to a favor.

¿Qué piensan que la policía chilena esta sien­do capacitada por la de Colombia?

Estimo que en esta situación que denominan “mundo globalizado”, hay muchas áreas de intercambio entre los países; no sólo se han diluido las fronteras para el tránsito de mercan­cías, capitales y recursos naturales, sino tam­bién hay tráfico de personas, desplazamientos de poblaciones inmigrantes, de información y seguramente de intercambio y preparación de policías, entrenamientos y presencia de fuerzas multinacionales en diversos territorios como en Argentina, Concón en Chile y centro América. No me extrañaría algún acuerdo en esa materia por parte de Chile y Colombia, so pretexto de control de drogas, seguridad y otras tantas ra­zones largamente repetidas.

Varios países han retirado sus tropas de la Escuela de las Américas. ¿Por qué cree que Chile sigue enviando soldados aquí?

Porque Chile sigue siendo el alumno “espinita” de Estados Unidos. Si hasta el presidente de la República quiere sentarse en el escritorio de Obama, sin estatura de Estadista, se comporta ante su “amo” como un alumno chupa mangas. Seguramente también, no tenemos capacidades militares, policiales suficientes que se acude a estos entrenamientos foráneos para aprender más de cómo reprimir a los ciudadanos.

¿Ha servido el departamento de DDHH de Carabineros?

No, la represión a los movimientos sociales, en los últimos años, cuestionan la eficiencia del departamento de DDHH y la incidencia que tienen en la formación en esta materia a los policías. Hoy se comprueba que sus resabios dictatoriales y la impunidad, en que ha quedó el crimen de tortura, les abre la puerta a la re­petición de la tortura y otros tratos crueles, in­humanos y degradantes.

A 40 años, ¿Chile es un país democrático?

Chile, como dije antes, tiene nuevos desafíos a la hora actual; uno de ellos es democratizar la sociedad y terminar con la política de los acuerdos, la política de la medida de lo posi­ble y avanzar hacia una sociedad donde cada persona goce plenamente de derechos. Ampliar el espacio democrático y dejar atrás esta larga transición es una tarea no menor, no fácil, pero no imposible.

Es necesario que Chile sea un país cuyo bienes­tar se coloque al lado de los humildes, porque las riquezas que tenemos como país y su goce, no se condice con la miseria y la explotación que viven millones y por lo demás, es necesa­rio que quienes detentan el poder comprendan de una vez que los derechos que se reclaman no son más que los inherentes a la dignidad hu­mana: libertad de expresión, salud, educación, trabajo, justicia y libertad. ¿Por qué entonces una ley mordaza a las manifestaciones públi­cas? ¿Por qué no podríamos cambiar la Cons­titución heredada de la dictadura, su sistema económico, su educación y todo lo demás? Si la autodeterminación de los pueblos es también un derecho y resulta entonces un deber hacer lo posible por ejercer dicho derecho como ciuda­danos que somos, responsables de elegir nues­tro propio destino.

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Por Editor

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